Uno de los atractivos más emocionantes que ofrece el departamento de La Paz en turismo de aventura es, seguramente, la Ruta Vertical (Vertical Route) que se encuentra en los farallones de Chuspipata, en Nor Yungas distante a unos 80 kilómetros de la sede de Gobierno, camino a los Yungas y a 3.000 metros de altitud.
Luego de avanzar en la carretera asfaltada se ingresa a un desvío de tierra que enfila hacia el emplazamiento de las pruebas de alpinismo andino por un camino estrecho y serpenteado. En el curso de la vía se encuentra con un campamento con pocos vehículos cruzando raudamente una edificación que refleja el esplendor de la zona en el pasado. Hay pocas familias que viven en este paso intermedio.
Más adelante la vista cae en una enorme empalizada con alambrada casi rodeando un campo deportivo a manera de las instalaciones electrificadas de Jurasic Park casi tragadas por la vegetación. Ver esta imagen a uno de llena el cuerpo de escalofrío. El temor se apodera de los visitantes quienes esperan en cualquier momento aparecer de entre la maleza la mole de un Tyrannosaurus rex. Una vez pasado el susto, a menos de media hora se llega al sitio de ascenso y descenso instalado con apoyo de las comunidades San Juan de la Miel y Villa Ascensión. por la comunidad desde el 2008
Los expertos en la ruta vertical comandados por el vasco, Didac Cabanillas y Freddy Aparicio, representante de las comunidades, colocan con mucho cuidado los arneses antes de la faena. Hay silencio en el grupo. Para distender el ambiente, Aparicio comenta que su comunidad producía racacha, un exquisito fruto parecido a yuca.
Cayó la producción y los ingresos de la comunidad de 100 familias se achicaron, por eso apostamos al turismo, pero seguimos con el tubérculo. Lo que nos falta ahora es publicidad, pero creemos que el proyecto va adelante”. Sostuvo que una organización británica donó de $us 50.000 para preparar el «Vertical Route», pero se quejó que el municipio de Coroico ignora el potencial turístico y la oportunidad de desarrollo económico para la región .
El grupo de periodistas que estuvo en el lugar con algo de miedo se apresta a iniciar la primera faena que consiste en bajar uno 50 metros en la exuberante vegetación que se extiende como un velo de novia por las estribaciones de la cordillera. Sin más protección que una cuerda de seguridad y muchas recomendaciones encima comienza el descenso; poco a poco los cascos se van entremezclando con la vegetación y se escuchan algunos gritos a manera de eco de los instructores para corregir los centenares de procedimientos que deben cumplir los asustadizos colegas.