Cochabamba, (EL DIARIO).- Autoridades de la Gobernación lanzaron ayer la guía turística del Carnaval de Cochabamba donde se describen las principales actividades y atractivos del departamento que recibirá a miles de personas para la tradicional entrada del Corso de Corsos.
El director de Turismo de la Gobernación, José Serruto, dijo que este es un aporte importante para la actividad turística porque permitirá ofrecer una amplia variedad de atractivos y actividades que se realizan en el departamento de Cochabamba durante estas fiestas.
El turista tiene la posibilidad de elegir a qué lugar ir y participar de las actividades que tenemos por carnaval sobre todo en las provincias”, señaló.
La guía turística, pormenoriza por fechas, lugares y actividades los eventos que se tienen programados para el Carnaval boliviano de Cochabamba. Será distribuida de manera gratuita a la población y turistas. También podrá ser recabada en las oficinas de la Dirección de Turismo de la Gobernación.
Tenemos mapas, zonas, actividades, todo va poder encontrar el turista en nuestra guía incluidas las actividades de Cercado”, sostuvo.
Según Serruto, el Carnaval de Cochabamba se encuentra entre los tres principales del país en cuanto a la preferencia de los turistas que llegan desde el interior principalmente por la gastronomía, clima y paisajes.
Nuestro carnaval es un referente a nivel nacional, es parte de la tradición de nuestros pueblos y costumbres que perduran en el tiempo”, destacó.
Por su parte, el oficial superior de Cultura, Uvaldo Romero, dijo que una de las principales actividades del Carnaval en Cochabamba es el Corso de Corsos que reúne a miles de personas generando recursos económicos, empleos directos e indirectos, además de posesionar al departamento dentro de la ruta turística que recorren las personas estas fechas donde se identifican a Oruro, Santa Cruz y Cochabamba como los más preferidos.
Para el Corso de Corsos recibiremos la visita de miles de personas que llegan a Cochabamba motivados por la picardía de las unidades militares, la belleza de la mujer cochabambina y nuestras danzas”, aseveró.
Confirmó que el evento que cierra el carnaval en el país está programado para el sábado 21 de febrero con la participación de más de 50 fraternidades folklóricas y 20 unidades militares, además de invitados especiales.
En Cochabamba, las fiestas precarnavaleras empiezan dos jueves antes del domingo de carnaval con el “jueves de compadres” y continúan una semana después con el “jueves de comadres”, día en que algunas comunidades campesinas realizan también su entrada; aunque por lo general ésta se efectúa el sábado de carnaval.
Para la entrada se organizan pandillas: grupos de gente que, enganchados del brazo, recorren las calles y campos, enfilados por parejas, a paso ligero y acompasado, zapateando, jaleando, haciendo curvas y ruedas en medio de gritos, aplausos y silbidos de los espectadores. Detrás de cada comparsa camina los músicos que tocan charangos, guitarras y acordeones.
Si en las capitales de provincia, el carnaval se realiza de sábado a martes, en algunos lugares del campo se prolonga hasta el siguiente jueves e inclusive el domingo de tentación, denominado kacharpaya (despedida). Las fiestas dan paso, además, a las visitas entre comunidades, parientes cercanos, ahijados y amigos.
Durante los carnavales, los campesinos lanzan confites a sus sembradíos. Pero es el martes de Ch’alla cuando realmente se agasaja a la Pachamama con flores, chicha, serpentina, mixtura y comida. Ese día también se pide a la Madre Tierra buenas cosechas, salud y prosperidad.
La música y el baile están presentes en cada escena del carnaval valluno, al igual que los “takipayanakus” o contrapunteos, certámenes espontáneos de copleros que se organizan cuando dos o más pandillas se encuentran. Las coplas tienen carácter gracioso y pícaro y son cantadas indistintamente en quechua y español; su estructura responde a esquemas tradicionales, pero siempre renovados con la improvisación de letras actuales.
En los pueblos y la ciudad de Cochabamba es tradicional el uso de máscaras para mantener el anonimato de los copleros, quienes además se envuelven el cuello con serpentinas multicolores.