La palabra empoderamiento tiene que ver con varios aspectos en la vida de las mujeres, en especial con la capacidad de poder expresar sus puntos de vista, fortalecer sus organizaciones y luchar por sus derechos. Esta parte es muy importante, porque lo que nos interesa es que las mujeres con mayor vulnerabilidad—como las indígenas— tengan la capacidad de enviar ellas mismas sus voces a distintas instancias.
Primero tiene que ser una educación no sexista, que reconozca desde la escuela sus valores y potencialidades. Tanto en el hogar como en la escuela hay una orientación para que las mujeres se dediquen a las actividades reproductivas y el hombre a las productivas. Esto pasa por los propios juegos, por una serie de mensajes en las casas y el currículo educativo. Entonces, nos parece importante incentivar que las niñas se involucren en juegos que tienen que ver con la innovación, con la creatividad, lo mismo en el currículo, pero a veces eso se limita.
Hubo algunas propuestas en los programas de desarrollo territorial en el ámbito municipal. Por ejemplo, incluir los temas de género en municipios liderados por mujeres, para que hayan en los planes municipales proyectos que las beneficien. También hubo avances importantes en el acceso de las mujeres a la tierra y—aunque a medias— en el empleo doméstico remunerado. Existe una ley pero no se ejecuta, tiene que pasar a normativa para aplicarla.
— El país ha brillado sobre todo por la participación política de las mujeres. Bolivia es el segundo país con más mujeres parlamentarias. Hubo una incorporación importante (de la participación femenina en el Legislativo) y esto ha cambiado el imaginario y la percepción de que las mujeres no pueden estar en estos espacios de decisión. En cierta ocasión, el exdiputado (Javier) Zavaleta dio una charla en Paraguay sobre cómo la participación femenina en la Asamblea Legislativa ha influido en la aprobación de leyes que están vinculadas con los derechos de las mujeres y con derechos económicos. Así que en la medida en que las mujeres también participan en lo político, llevan muchas veces una agenda que puede beneficiarlas en lo económico.
Hay una brecha para las mujeres en puestos de gerencia y de decisión en las empresas. Nosotros trabajamos con la responsabilidad social para que las compañías sean más conscientes del rol que tienen para impulsar la igualdad y la no violencia en su interior. Entre los principios de empoderamiento que manejamos están: garantizar tolerancia cero a la violencia, que haya formas de ascenso claras para hombres y mujeres, que se considere para ambos el tema de cuidados (guarderías) y que los hombres puedan tener permiso para cuidar a los hijos.
Primero, tiene que haber un ambiente propicio para que pueda surgir, además de actitudes y aptitudes personales. Son normalmente mujeres que tienen mayor capacidad de asumir riesgos, de tener comunicación, capacidad de interrelación. Si hay varones que “les serruchan” el piso es mucho más difícil que ellas puedan tener liderazgo en las empresas. También es muy importante el ambiente familiar y el apoyo de sus seres queridos para que puedan asumir un liderazgo efectivo.
Está muy desigual, hay una brecha importante en Bolivia. En el ámbito global se ha formado el Equal Pay International Coalition, una alianza de ONU Mujeres, la Organización Internacional del Trabajo y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, que lanzó una campaña global para el pago igualitario entre hombres y mujeres, la cual también haremos en el país. NdE. Entre 2008 y 2015 la brecha salarial entre hombres y mujeres en Bolivia se amplió casi siete veces, según un estudio del Instituto Nacional de Estadística (INE).
El 70% de la población femenina que trabaja hoy en el país lo hace en el sector informal.
Más allá de que es un tema de derechos humanos también es económico, porque los niveles de productividad de las mujeres disminuyen al aumentar la frecuencia de sus visitas a centros de salud y porque la violencia doméstica o laboral trae desmotivación al ambiente laboral.
Varias cosas. La mujer —apoyada por instancias públicas y privadas— debe ser vista como un agente de cambio, como persona productiva; no es que no lo sea, pero se necesita fortalecer sus capacidades y hacer mucho más visible su contribución económica, incluso en el trabajo doméstico no remunerado, que es importante. Si no habría este recurso, se tendría que contratar servicios. Hay que visibilizar su rol en distintas esferas y crear para ellas más oportunidades de trabajo decente.
Nombre: Carolina Taborga
Profesión: Socióloga
Cargo: Representante de la Organización de Naciones Unidas (ONU)-Mujeres para Bolivia
Comprometida con el cambio
La cochabambina estudió Sociología en México, posteriormente cursó una maestría en Gestión del Desarrollo. En su experiencia laboral está el trabajo con varias ONG. Fundó el Instituto de Formación Femenina Integral (IFFI), para apoyo a las mujeres en el área rural. También ocupó varios cargos en la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y en el Programa Mundial de Alimentos. Trabajó en 2010, el año de creación de ONU Mujeres, junto a la dos veces presidenta de Chile Michelle Bachelet como representante de esa institución para América Latina y luego para Paraguay. Cumple funciones en Bolivia desde marzo de 2017.