“Para mí estar metido entre los fierros es normal”, resalta el hombre que comanda desde hace tres años Toyosa. Erick Saavedra Mendizábal es, a sus 41 años, el gerente general de la compañía que conquistó a los inventores de la famosa marca japonesa Toyota para representarla exclusivamente en Bolivia. Nacido en Cochabamba, radicado después de los 11 años en La Paz y formado profesionalmente en EEUU, dice que le encanta vivir con su esposa Jimena Rico Toro y con sus tres hijos en la bella zona cruceña de Urubó, desde hace 14 años. “Mis hijos son cambas y yo digo que soy porongueño”, expresa durante Un desayuno con EL DEBER, en el restaurante del hotel Camino Real.
Con su hermano mellizo Edwin aprendieron de mecánica cuando su padre los llevaba en vacaciones al taller de Toyota en La Paz. Solo tenían 12 años, pero ya exploraban los carburadores. Su jefe de esa época, un técnico en mecánica, hoy es el gerente de servicios, bajo su mando. “Ahí aprendí que saber trabajar es un buen hábito. Me dio base, ya que ahora puedo entrar al taller, ver cómo se cumple una orden de trabajo y determinar el criterio de calidad de servicio. El control físico en la posventa es fundamental. Tenemos mecánicos certificados por Toyota en Japón”.
Saavedra obtuvo el bachillerato en el colegio Calvert de La Paz y previamente había estudiado en el Saint Andrews. “Tuve un tours de colegios, pero eso me ha ayudado a ver las cosas de manera distinta. Fui un poco rebelde. Me gustaban las materias de física y química. Un año me aplacé por artes. Soy malo para dibujar y solo canto en la ducha para que nadie me escuche”, bromea. Cursó durante cuatro años la carrera de negocios internacionales, en Boston, EEUU, y se especializó en marketing. Ahí también hizo una pasantía en Toyota, donde aprendió el concepto americano de negocios, que era el volumen. “Ahora el margen proviene mayormente de la posventa y del crédito financiero”, apunta.
Una de las condiciones que Toyota propone es que si alguno de sus socios locales elige a un hijo como alto ejecutivo debe recibir formación en Japón. “Hay historias de familias que fracasaron en la siguiente generación porque no conocían el negocio. Por eso fui siete meses a aprender de la cultura, filosofía, metodología y costumbres japonesas. La parte fundamental es la planificación, no a un mes, sino a cinco, diez y 15 años. Algunas compañías lo hacen incluso a 100 años. Toyota hace un plan de cinco años y todo se explica en una simple hoja para leer y tomar decisiones rápidas. No hacen un libro de tesis. Registran el problema y la solución, que es la base del planning”, explica.
El exembajador dice que le encantaría aplicar el orden que vio en la cultura japonesa. “Es un valor que se enseña en la escuela. Los niños están preparados para la adversidad”. Refiere que cuando ocupó la función diplomática su mejor resultado fue generar garantías para inversiones como la de Sumitomo, que destinó 600 millones de dólares a su operación en Bolivia.
Recuerda que al inicio de su gestión la embajada tenía solo tres funcionarios, pero llegó a contar con 10 para atender a 7.000 bolivianos. Una de sus iniciativas fue la habilitación de consulados móviles.
Toyosa cumplirá 43 años en Bolivia. “Mi padre fue el fundador. En 1981 fue distribuidor y en 1996 pasó a ser el único con Toyosa. Hoy tenemos 600 empleados y 35 puntos de venta. Nuestro estándar de calidad del servicio es del 95% y el índice de satisfacción del cliente es del 87%. El objetivo es subir al 92% y mantenernos”. “Al volver mi padre me apoyó para ejecutar cambios estructurales.
Ahora estamos más científicos en lo que hacemos. Tenemos un equipo humano formado en atención al cliente, pero tomará su tiempo. El negocio es sostenible y la industria crece”. Cuenta con 16 gerentes bajo su mando y se reúne con ellos cada lunes para evaluar el desempeño financiero y la atención al cliente. Cada 20 días participa en la reunión de directorio, en tanto que su jornada empieza antes de las 8:00 y a veces termina a la 1:00 de la madrugada, ya que por el huso horario, a esa hora se comunica con Japón. Sobre su estilo de gestión, considera que no hay un gerente igual a otro. “Siempre me baso en transmitir la verdad, por dura que sea.
Reconoce que hay una contracción en Bolivia, pero considera que es normal en un nuevo ciclo económico. “La economía está un poco restringida por elementos políticos. La pregunta ahora es hacia dónde irá el país. Sin embargo, al margen de la pregunta de coyuntura de si Evo Morales se queda o se va, hay en Bolivia una necesidad de consumo y de educación grande. Hay necesidades de empleo. Es interesante que Argentina sea declarado país emergente, ya que es un gran aliado junto a Brasil. Aunque nuestras reservas bajaron, no están en punto negativo. El mayor problema es que no hubo tratados para captar inversiones y divisas ni fomento a las industrias. Existen pocas y el contrabando golpea a los empresarios bolivianos”. Pese a la desaceleración, Toyosa creció hasta ahora un 14% más que en 2017, sobre todo por reducir costos y porque ofrece mejores precios y valor a los clientes. Alistan dos novedades: un vehículo de 23 mil dólares y un automóvil de 13 mil dólares.
El Grupo Saavedra también encara millonarios proyectos inmobiliarios como el World Trade Center de La Paz y ha incursionado en la industria con Casa Ideal en Santa Cruz, que permite edificar viviendas en menor tiempo y a un precio mínimo de 55 mil dólares. Finalmente, desarrolla Casa Campo, que contempla la edificación de un centro comercial, canchas de golf y viviendas en 260 ha. El CEO de Toyosa disfruta de la vida familiar y sus horas de ocio las pasa en el polígono de tiro y en el cine. Conduce una camioneta Toyota Hilux y apoya a su esposa Jimena, que tiene una firma de catering para niños. “Ella es mi comandante en jefe. Es el cimiento de mi hogar”, concluye.