Patrick está sentado en el medio del salón, rodeado de sus estudiantes quienes esperan con ansiedad que arranque la clase. Pero Patrick no es un profesor cualquiera: es un bebé de 5 meses y protagonista de un programa innovador de educación llamado Roots of Empathy cuyo objetivo es reducir los niveles de agresión e incrementar las capacidades de empatía en estudiantes de kínder hasta octavo grado. Está compuesto por varios bloques temáticos introducidos por un profesor voluntario, pero el verdadero instructor es un bebé con camiseta blanca y la inocencia como su único activo.
A través de interacciones entre ese bebé y los estudiantes se exploran temas como la comunicación que no solo se da a través de las palabras y los nueve rasgos de temperamento que cada persona desarrolla desde una edad muy temprana. Y lo mejor es que la evidencia nos dice que sí funciona: los niños y niñas participantes muestran comportamientos prosociales como compartir, ayudar e incluir; y generan capacidades para una convivencia responsable en el futuro.
La creadora del programa es la canadiense Mary Gordon –educadora, autora y experta en desarrollo infantil, pero, sobre todo, una celebrada emprendedora social. Inspirada por los conflictos sociales que veía en su entorno se dedicó a pensar en alternativas, pero para que su idea se transformara en este exitoso modelo de educación ella contó con el apoyo de un gran aliado: Ashoka.
Ashoka es una organización internacional que lleva más que 35 años implementando programas de apoyo a emprendedores sociales, quienes, según su fundador Bill Drayton, son personas impulsadas por una idea innovadora que pueden ayudar a solucionar un problema global profundo. Y según su convicción, estas ideas pueden surgir en cualquier contexto, las podemos encontrar en Silicon Valley pero también en un área rural del África Subsahariana. Ese es el mensaje principal de Ashoka, que todos somos potenciales agentes de cambio y podemos contribuir a cambiar nuestras sociedades. Lo podemos y lo tenemos que hacer.
Este fue el mensaje central en el que se enfocó Bill Drayton en una entrevista realizada durante su visita a la sede BID en junio pasado en el marco de la serie de conferencias “Voces Excepcionales”.
En un mundo de rápidos cambios, la sociedad se ve enfrentada a un número creciente de desafíos cada vez más complejos e interconectados, difíciles de solucionar si seguimos operando como lo hemos hecho hasta ahora. Necesitamos ideas frescas, nuevas alianzas y dejar de ver estos retos como problemas insuperables y más bien como oportunidades. En este contexto la premisa de Ashoka es que las soluciones solo las encontraremos si logramos fomentar la colaboración eficaz y la capacidad de organizarse de manera fluida en “equipos de equipos”, donde cada participante debe ser un colaborador y un líder, aprovechando así las fortalezas de cada uno y beneficiándonos de los efectos de red y la colaboración fluida para aumentar sus impactos.
Con ese objetivo Ashoka ha creado su programa de Fellowship donde los fellows, después de pasar por un riguroso proceso de selección, entran a formar parte de una comunidad de emprendedores sociales en la que cada miembro, desde su experiencia y sus habilidades, se compromete a contribuir a transformar la sociedad y diseñar nuevas formas para que el sector social sea más productivo, integrado y beneficiándose de una mirada empresarial.
Y aquí volvemos a la historia de Patrick y de sus estudiantes.
En un mundo cambiante, la empatía es tan fundamental como saber leer y escribir y un elemento clave para promover una colaboración eficaz. Se ha convertido en una habilidad crítica del siglo XXI entendiendo que la capacidad de saber leer y responder a los sentimientos y las necesidades de los demás es un punto de partida clave para fomentar la inclusión, la colaboración y también la innovación y creatividad. Herramientas como el design thinking, promovidas entre otros por compañías de diseño como IDEO y aplicadas en los proyectos de innovación social de nuestro I-Lab, siempre parten con una dinámica de empatizar con los potenciales usuarios para entender sus necesidades antes de lanzarse al proceso de prototipado de soluciones innovadoras.
Pero la empatía también se ha identificado como uno de los rasgos principales que ayudarán a las próximas generaciones a tener éxito laboral en un mundo cada vez digitalizado. Es una de esas famosas habilidades blandas que, según numerosos estudios, serán la gran ventaja en una era de revolución digital en la que computadoras realizan con una rapidez increíble tareas cognitivas cada vez más complejas, pero en la que las bases de la interacción humana han demostrado ser muy difíciles de automatizar.
Como dice Drayton, vivimos en un mundo en el que se hizo obsoleto el viejo modelo de aprender un oficio y ejercerlo el resto de tu vida. Requiere mucha más flexibilidad y la disponibilidad para dejar de lado el miedo al cambio. Para ello, tener las herramientas y la sensibilidad para conectar con ese mundo es algo que deberíamos aprender desde pequeños, pero también es importante entender que nunca es tarde para cambiar.
El nombre Ashoka se escogió en honor al rey Ashoka el Grande el cual reinó sobre la mayor parte del subcontinente indio, del actual Afganistán hasta Bengala y hacia el sur hasta la región de Mysore. El comienzo de su reino, hacia el año 273 a.C., fue muy autoritario e intolerante, marcado por la violencia y la opresión de los pueblos conquistados. Sin embargo, horrorizado por las matanzas y deportaciones que él mismo provocó, Ashoka renegó del uso de la violencia y hoy es reconocido como uno de los líderes más tolerantes y creativos de la historia, pionero en innovaciones en desarrollo económico y bienestar social.
Todos estos son temas que no han perdido su importancia y cuyas bases las podemos cultivar a través de, por ejemplo, clases con un bebé. Y en tu país ¿cuál es el contexto para los emprendedores sociales?