Panorama Laboral 2019: América Latina y el Caribe

Organización Internacional del Trabajo / Marzo 18, 2020

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Las proyecciones de crecimiento económico para 2019 han sido revisadas hacia abajo en la región. Esto ha generado un escenario cargado de incertidumbre, lo cual se refleja en el mercado laboral. Un elemento clave a tener en cuenta es que hay una tendencia al alza en la tasa promedio de desocupación regional.

En 2018 la tasa promedio de desocupación fue de 8,0% tras experimentar una leve baja por primera vez en cuatro años. Pero al cierre del tercer trimestre de 2019 la tendencia se había invertido, y la tasa se ubicaba en el nivel de 8,5%. De acuerdo con las estimaciones, a fin de 2019 habría cerrado en 8,1%, es decir, que unas 26 millones de personas buscan empleo y no lo consiguen.

Aunque el aumento de una décima porcentual es leve, hay que estar atentos al cambio de tendencia. La estimación es conservadora y está basada en cálculos estadísticos. Podría ser más alta si se confirma un impacto de los movimientos de protesta que irrumpieron en la región en los últimos
meses de 2019 y la creciente presión que genera una situación económica de incertidumbre.

Por ahora, el ligero incremento de la tasa de desocupación regional se genera en un contexto de aumento de la tasa de participación y estancamiento de la tasa de ocupación, resultado de ajustes
más rápidos de la demanda laboral frente a los cambios del crecimiento económico y una oferta laboral más inelástica.

Pero la tendencia al alza en la tasa de desocupación podría acelerarse en 2020 si se mantienen las previsiones de un crecimiento económico lento (1,4%). Esto ocasionaría una nueva alza de la desocupación a 8,4% el próximo año, que afectaría directamente a 27 millones de personas.

Este indicador confirma la necesidad de generar las condiciones para que haya un crecimiento económico con empleo. Este es un tema urgente, como lo han dejado claro las recientes manifestaciones en la región.

Diferentes evoluciones por subregión

El análisis subregional y por países de los indicadores laborales resalta la heterogeneidad de América Latina y el Caribe. En particular, destacan los comportamientos de los mercados laborales de Brasil y México, que por su tamaño influyen en los promedios subregionales y regionales, y este año han contribuido a moderar el alza.

Sin estos países, el promedio regional reflejaría un estancamiento de la tasa de participación, una reducción de la tasa de ocupación de 0,4 puntos porcentuales para los primeros trimestres de 2019, y un aumento de la desocupación en torno a los 0,5 puntos porcentuales, en vez de los 0,1
puntos.

Por otro lado, se aprecian comportamientos distintos de los indicadores del mercado laboral en las subregiones. Destaca al tercer trimestre la reducción de la tasa de desocupación en el Caribe angloparlante en 0,5 puntos porcentuales, el aumento en 0,5 puntos porcentuales en los Países
Andinos y de 0,2 puntos porcentuales en Centroamérica y México. Finalmente, los países del Cono Sur experimentaron una caída leve de la tasa de desocupación.

Alta desocupación juvenil

La problemática de la empleabilidad juvenil es un rasgo estructural de las economías. La tasa de desocupación juvenil triplica la de la población adulta. Uno de cada cinco jóvenes en la región busca trabajo y no lo encuentra. Quienes lo encuentran, por otro lado, trabajan en condiciones
precarias (informalidad, bajos salarios, escasa estabilidad y poco entrenamiento en el trabajo).

En América Latina y el Caribe queda claro, a la luz de las estadísticas de este año, cuán difícil es ser joven en los mercados de trabajo de la región. En un contexto de menor crecimiento económico en 2019, los jóvenes (entre 15 y 24 años) experimentaron impactos negativos en sus condiciones
laborales. La tasa de desocupación juvenil aumentó en 0,3 puntos y afectó a 19,8% de los jóvenes que buscan trabajo en la región. Por contraste, el indicador se mantuvo inalterado entre los adultos de 25 años o más.

Esto debe ser una señal de alarma en la medida que amenaza el presente y las expectativas de millones de jóvenes que no encuentran oportunidades de empleo y cuyas aspiraciones de movilidad social se ven truncadas. Asimismo, a la luz de la ola de protestas que se han visto en diversas ciudades de la región, se requieren acciones inmediatas e inclusivas. La crisis de expectativas que se vislumbra en la región demanda acciones urgentes.

Género

Otro grupo que requiere atención especial es el de las mujeres. Ellas son poco más de la mitad de la población, pero menos del 40% de los trabajadores. Las brechas de género en participación laboral, desocupación y ocupación vienen cerrándose, pero a pasos muy lentos en las últimas
décadas. La segregación ocupacional según género es aún prevalente.

Este 2019, la oficina regional para América Latina y el Caribe de la OIT lanzó el Panorama Laboral temático especialmente dedicado al tema de la mujer en los mercados de trabajo. Ahí se documentó con precisión y detalle las brechas en ingresos laborales, tanto en el empleo asalariado como en
el independiente. Los salarios de las mujeres subieron ligeramente por encima del de los hombres, dentro de un proceso secular de reducción de brechas. Sin embargo, todavía los salarios de los hombres son un quinto superior a los de las mujeres.

La mayor parte de esta brecha se atribuye a factores no observables más que a variables objetivas, medibles y asociadas a la productividad laboral, tales como educación, experiencia, sector económico y ocupación. Así, una conclusión importante es que en gran medida el problema de la inequidad de género requiere de un cambio cultural que trasciende al mundo del trabajo. En esto hay una tarea pendiente en la erradicación de los estereotipos, la discriminación, los sesgos inconscientes, la violencia y, en general, los privilegios que limitan la consecución de una sociedad
con mayor igualdad de oportunidades.

Calidad del empleo se precariza

La dinámica de desaceleración económica observada desde mediados de 2018 ha tenido impacto en los empleos en América Latina y el Caribe, tanto en su estructura como en su calidad. En lo que va de 2019 se mantiene la tendencia de un menor crecimiento del empleo asalariado respecto del
empleo por cuenta propia. En ambos casos se trata de indicadores que sugieren una tendencia al aumento de la informalidad.

Por otra parte, la creación de empleo registrado se desaceleró en 2019, mientras que la subocupación por insuficiencia de horas aumentó en casi todos los países en los que se cuenta con información. Por ende, estos resultados redundaron en la precarización relativa de los empleos creados en América Latina y el Caribe en 2019.

Crece empleo en servicios y disminuye cantidad y calidad
del empleo rural

Durante 2019 se aprecia la continuidad de las tendencias generales del empleo por ramas de actividad, caracterizada por la expansión del empleo en el sector de servicios. En cambio, la industria manufacturera y la construcción crecieron moderadamente, mientras que en la agricultura
continúa la tendencia a la contracción del empleo.

El desempeño en la agricultura es particularmente preocupante considerando que la tasa de ocupación en áreas rurales continúa reduciéndose mientras que el indicador aumenta en las zonas
urbanas. A su vez, la calidad del empleo en el sector rural también tiende a precarizarse al aumentar las brechas existentes entre asalariados rurales respecto a sus pares urbanos en cuanto a cobertura (mucho menor) de contratos, salud, acceso a seguridad social y sindicalización.

Aumentan los salarios, aunque los salarios privados crecen menos

Si bien el salario promedio regional real vuelve a experimentar crecimiento, su evolución reciente es distinta con respecto a tipos de asalariados. En efecto, tanto los salarios del sector público como los de las trabajadoras domésticas crecieron más que los salarios privados. Por otro lado, en  15 OIT / América Latina y el Caribe Resumen Ejecutivo
2018, los salarios de las mujeres crecieron más rápido que los de los hombres, y se redujo la brecha salarial, aunque de forma paulatina.

Por otra parte, los salarios mínimos reales se incrementaron en cerca de 4% durante los tres primeros trimestres de 2019. Este aumento es superior al doble del incremento observado durante similar periodo de 2018 y durante el promedio del periodo 2013-2018. En particular, en los tres primeros trimestres de 2019 se produjeron aumentos reales en los salarios mínimos en 14 de los 16 países analizados.

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