El extractivismo es un modelo económico agotado. La explotación de un mineral, por ejemplo, genera un impacto ambiental negativo y la remuneración casi nunca deja contentos a los trabajadores pues el inversor (Estado o empresario) prioriza el retorno de su capital. El reto es cambiar este modelo por otro sostenible, en el que lo central sea la disminución del deterioro ambiental y de la pobreza, con la generación de valor social, sin descuidar los ingresos.
“Si quieres invertir en una economía que verdaderamente se quedará en el futuro y tendrá crecimiento, tienes que incorporar justicia social y justicia para el medio ambiente en el proceso de producción”, sostuvo el iraní Todd Khozein, ejecutivo de SecondMuse, una organización que tiene 13 oficinas en el mundo y que colabora con gobiernos visionarios, corporaciones, fundaciones y nuevas empresas para construir economías del siglo XXI.
Khozein y Erica Barbosa, cochabambina y directora de finanzas sociales e inversión de la Fundación McConnel, con sede en Canadá, fueron los dos panelistas del “I Foro de Inversión de Impacto”, organizado por el Grupo Nueva Economía. Se realizó en la ciudad de Santa Cruz, contó con la participación de empresarios y jóvenes emprendedores, además del viceministro de Pensiones y Servicios Financieros, Osvaldo Jáuregui.
Khozein, que es médico y biólogo, explicó que el diseño de la economía del futuro (economía de impacto) implica la incorporación de conceptos de inclusión y sostenibilidad, en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). “A veces pensamos que el progreso financiero de las economías que nos da retorno financiero es el único propósito de las economías” sin tomar en cuenta que “los seres humanos y el medio ambiente son los activos más importantes que se tienen para desarrollar la economía del futuro”. Sostuvo que el enfoque de su trabajo es la colaboración. “Trabajamos con comunidades y ecosistema de emprendedores, donde tenemos los ojos puestos en el diseño, en la cultura y en la composición de ese ecosistema de emprendedores para que se vayan manifestando y creciendo, y a futuro brinde justicia”.
El experto afirmó que la riqueza de Bolivia son sus 36 pueblos indígenas para crear nuevos ecosistemas. “Imagínese cómo puede crecer una economía que incorpora a un sector ecoturista y que incorpora los valores de los indígenas; los turistas comerían lo que los indígenas producen en el lugar de origen; estamos con un potencial del desarrollo de una economía que no ha visto la incorporación del valor de la población”. En esa línea, el experto sostuvo que una economía que incluye a pueblos indígenas “está hablando de mejorar la vida y el estilo de trabajo, está avanzando en la incorporación de la totalidad de la inteligencia creativa de nuestras poblaciones”.
Khozein, que también cosechó éxitos en la conexión de personas con organizaciones, manifestó que a futuro el crecimiento económico “no tiene que venir a costa de la dignidad de los seres humanos ni del medioambiente”.
Erica Barbosa, con formación en neurociencia, es pionera, en Canadá, en establecer sistemas para que las empresas y organizaciones generen impacto positivo en los ámbitos económico, social y ambiental. Explicó sobre las tendencias en el mundo de conductas empresariales respecto al desarrollo sostenible, la crisis global y el cambio climático. Dijo que es importante “la tolerancia en la confianza que tenemos en las empresas, en las economías, en los gobiernos y en la necesidad de pensar un nuevo modelo económico sostenible, donde no importa tanto el desarrollo económico sino el impacto social ambiental”. Compartió su experiencia en inversiones de impacto y en la generación de economías de impacto porque, dijo, se necesitan recursos para alcanzar las ODS con desarrollo sostenible, algo así como tres trillones de dólares, pues ni gobiernos ni las ONG tienen esos recursos y por ello afirmó que urge pensar de qué manera la inversión privada puede ingresar en el desarrollo para impulsar soluciones a escala.
Barbosa propuso a gobernantes, empresarios y emprendedores una mayor reflexión sobre el futuro de la economía. “¿Cómo replanteamos el valor que puede producir Bolivia? ¿Cómo generar de manera general una diversificación de la economía? En esto mucho tienen que ver los emprendimientos”, añadió.
Afirmó que la industria extractivista es limitada, pese a que Bolivia siempre se benefició de este modelo, sobre todo de precios altos, y a futuro cree que los inversionistas ya no querrán “poner capital” en la extracción de recursos naturales porque “ya están en las listas negras”, pues los grandes inversionistas de fondos de pensiones y aseguradoras mueven con riesgo grandes capitales en áreas de impacto.
Considera que Bolivia pasa por un momento de transición en el que puede apostar por la energía renovable y embarcarse en las nuevas tecnologías y el desarrollo de las startups. “Todos los problemas que enfrentamos como sociedad y como economía son oportunidades para crear soluciones”. Cree que en esta transición, de un modelo agotado, como es el extractivismo, hacia nuevas formas de impacto de inversión, es importante la participación decidida del Gobierno con políticas de Estado. “La política de Estado es esencial, en ningún país del mundo tenemos inversiones de impacto económicas, de impacto exitosas, no hay participación del Estado; al final de cuentas el Estado puede ser impulsor importante, se necesitan leyes eficaces que promuevan iniciativas y gestiones de inversión”.
El viceministro de Pensiones y Servicios Financieros, Osvaldo Jáuregui, sostuvo que la “gran apuesta” son los jóvenes. “La juventud está llamada a crear nuevas perspectivas de la economía de impacto hacia un nuevo mundo”.
Considera que el país debió dejar el extractivismo hace rato porque “es una burbuja de precios” internacionales que se presenta cada cierto tiempo y luego el país vive un largo periodo de escasez de ingresos. “Estamos así porque no tuvimos la capacidad de transformar nuestra matriz productiva”. A su parecer, la juventud despertó después de 14 años con muchas ideas para cambiar el país. “Estamos viviendo una coyuntura favorable, donde no sólo hay que pensar en el desayuno sino también en el almuerzo y la cena”.
Bolivia tiene la oportunidad de ver propuestas en términos de crecimiento y oportunidades de desarrollo para plantear su economía de futuro, en un momento en el que un modelo económico está agotado (extractivismo).
Una nueva economía implica plantear esquemas de desarrollo y una economía vinculada a la sustentabilidad, donde hay un motor que genera valor económico, social y ambiental, donde las empresas startup juegan un rol fundamental y para ello Bolivia es un país que tiene enormes oportunidades y recursos naturales.
Hay que ver el futuro de la economía desde una perspectiva diferente, desde un modelo como la innovación para aportar que esos recursos puedan generar propuestas de solución y de rentabilidad para Bolivia y el mundo.
Entonces, hay un campo amplio que está muy alineado a la economía de impacto; hay un actor nuevo, el emprendedor de impacto que al ver un problema incorpora innovación; hay muchas personas que proponen soluciones, no hay una sola organización que propone soluciones ni el Estado, sino hay muchos talentos que están observando problemas y están buscando soluciones, en este mundo del conocimiento y donde la tecnología es accesible.
La construcción de una nueva economía es posible y para eso es importante la coordinación y la colaboración, donde el Estado ofrece incentivos para que las propuestas sean dinámicas, sinérgicas. Es importante que esa dinámica atraiga inversión.
Cuando ves startups con soluciones, cuando hay una colaboración entre organizaciones con un solo propósito, es cuando una inversión va a tener rentabilidad porque está enfocada a crear valor y no sólo a crear ingreso.
Todo lo que genera valor genera ingresos, es la economía del valor. El valor está dado por iniciativas que conjugan de manera inteligente la rentabilidad con el impacto.