¿Por qué no hay más emprendimientos científico-tecnológicos en América Latina?

BID / Marzo 06, 2020

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En varios países latinoamericanos el número de nuevas empresas de base científico-tecnológica ha aumentado en los últimos años, pero existen aún brechas enormes con regiones más avanzadas. ¿Qué tienen de particular este tipo de emprendimientos innovadores? ¿Por qué son clave para potenciar la productividad de la economía y enfrentar los desafíos socioambientales? ¿Cómo podemos acelerar su creación y crecimiento en la región?

Empecemos leyendo unas breves historias

  • Luego de años de investigación, científicos del Instituto Pasteur de Uruguay crean una empresa biotecnológica que produce fármacos para prevenir enfermedades metabólicas. Reciben USD 500.000 de la incubadora argentina CITES para completar sus desarrollos y salir al mercado.
  • Productores agrícolas argentinos aliados con el CONICET crean una empresa y desarrollan una semilla de soja resistente a la sequía. Quince años después logran salir a bolsa en Estados Unidos.
  • Ingenieros brasileños con experiencia laboral en la compañía Bell son incubados por la Universidad de Campinas y crean una empresa de seguridad de la mano de la biometría. Reciben certificaciones internacionales, una de ellas del FBI, para participar en licitaciones en Estados Unidos. Hoy venden por más de USD 5 millones a 80 países.
  • Un ingeniero y un estudiante de ingeniería peruanos, luego de investigaciones con la Universidad de Lima, crean una empresa y un producto para reducir las emisiones de monóxido de carbono en la minería. Ya venden en Chile, Perú y México, y planean vender a China.
  • Ingenieros informáticos y un estudiante de maestría en biotecnología chilenos, incubados por la Universidad Austral, se valen de la inteligencia artificial y la biotecnología para lanzar una empresa que desarrolla enzimas para las industrias láctea y vitivinícola. Reciben inversiones de Estados Unidos, Corea e Italia. Son invitados por la aceleradora biotecnológica estadounidense Indie Bio, primero, y por Plug and Play, después, para trabajar con ellos.

Se trata de historias reales provenientes del mundo de la ciencia y la innovación latinoamericana, que incluso han sido noticia en los medios de la región. En esencia, estos casos revelan la contribución que este tipo de empresas podrían hacer para el desarrollo de los países, favoreciendo el enriquecimiento de las matrices productivas y empresariales, y en varios casos, dando respuesta a desafíos sociales y ambientales que nos afectan.

También exhiben la diversidad de perfiles asociados a las mismas, no solo en lo que hace a sectores de actividad sino también a las características de los equipos de emprendedores y los ámbitos de formación. Además, nos invitan a pensar seriamente en qué debemos hacer en América Latina y el Caribe para que este tipo de casos se multipliquen.

En un nuevo estudio publicado por el BID, proponemos un enfoque conceptual sistémico-organizacional para analizar el potencial de los emprendimientos científico-tecnológicos (ECT) en la región, examinamos las condiciones actuales para su crecimiento y desarrollo, detallamos experiencias internacionales de fomento y presentamos recomendaciones de política pública.

ECT: Pocos logran nacer, menos pueden crecer

Aún cuando faltan estadísticas que permitan dimensionar la demografía de los ECT en América Latina y el Caribe, la evidencia indica que son pocos los que logran nacer, y muchos menos los que crecen. No obstante, es posible reconocer la existencia de un importante número de empresas jóvenes tecnológicas que han crecido en las últimas dos décadas, tal como lo indica el Informe Tecnolatinas 2017.

¿Por qué no hay más ECT? Este es el interrogante central de nuestra nueva publicación, que se dedica, precisamente, a identificar y analizar los factores principales que explican esta situación, basándose para ello en los resultados de una encuesta que fue respondida por cerca de 50 informantes clave de la región.

El análisis indica que, más allá de la existencia de distintos perfiles de ECT, estos son una especie diferenciada dentro de la más amplia fauna de los emprendimientos innovadores, por ejemplo, por demandar tiempos de maduración más largos y recursos mayores. Existe, además, un conjunto de factores que afectan de manera específica su creación y desarrollo. De un lado están aquellos que inhiben su surgimiento, del otro los que afectan su posterior transformación en nuevas empresas, así como también su supervivencia y escalamiento. Se trata de una verdadera carrera de obstáculos para los emprendedores.

En primer lugar, el propio perfil de los investigadores y académicos está poco orientado a la participación en ECT, en parte debido a que los ámbitos donde ellos se forman no suelen ser generadores de capacidades emprendedoras. Además, con frecuencia, las agendas de investigación no se vinculan con los problemas de la sociedad y de las empresas, lo cual podría contribuir a nuevas oportunidades empresariales.

Las reglas de juego institucionales, por su parte, suelen desalentar la gestación de ECT. Por lo general, se premia exclusivamente la publicación en revistas científicas y, muchas veces, se restringe, directamente, la posibilidad de que investigadores y académicos le dediquen parte de su tiempo a los emprendimientos.

Así, se vuelve más difícil la tarea de organizaciones como las oficinas de transferencia tecnológica (OTT), que están dedicadas a identificar y apoyar a estos proyectos; cuando existen, claro. Además de ser pocas, estas OTT suelen carecer de las capacidades, vinculaciones y recursos apropiados para enfrentar la magnitud del desafío. También son pocas las incubadoras, aceleradoras e inversores especializados en atender a este perfil de emprendimientos, e inclusive en entender los instrumentos de política disponibles para impulsarlos.

En ausencia de condiciones sistémicas fértiles, no debería sorprender que sean muy pocos los emprendedores que logran completar la carrera y muchos menos los que logran, además de crear la empresa y sobrevivir, pegar el salto y crecer.

Una agenda más ambiciosa para fomentar el emprendimiento

Sin desconocer los esfuerzos de algunos países para fomentar los ECT, hace falta plantear una agenda de transformación ambiciosa, tal como viene ocurriendo en otras latitudes a nivel internacional. De ser así, la región podría generar cerca de 3.000 ECT en los próximos cinco años. Y el resultado sería aún mayor si se profundizaran los esfuerzos de investigación y desarrollo (I+D) pública y privada, un camino que, de todos modos, resulta ineludible.

Del análisis de las características y el contexto latinoamericano, así como de las tendencias internacionales en políticas públicas, surgen algunos lineamientos orientadores que pueden ayudar a definir estrategias apropiadas para impulsar los ECT. Estos lineamientos tienen que ver, por un lado, con generar las condiciones habilitadoras para el surgimiento de más proyectos de ECT y, por el otro, con aquellas que potencian la creación y crecimiento de las empresas generadas.

Para generar condiciones habilitadoras se requiere:

  • Fomentar una mayor vinculación de las agendas de investigación con los problemas de la sociedad y el aparato productivo.
  • Promover el cambio organizacional en las instituciones de conocimiento superior, por ejemplo, a través de proyectos e iniciativas que promuevan una cultura y reglas de juego más favorables al emprendimiento entre profesores, investigadores, estudiantes y egresados de pregrado y posgrado.
  • Fomentar la integración de los investigadores con otros actores de su entorno inmediato (graduados, estudiantes avanzados) y del ecosistema emprendedor (empresarios, aceleradoras, inversores, etc.) para dar lugar a procesos de hibridación y fertilización cruzada.
  • Revisar, allí donde existan, las normativas nacionales que inhiben la participación de académicos y científicos en proyectos de creación de ECT debido a supuestos conflictos de intereses, como los regímenes de servidores públicos, e impulsar, por el contrario, lineamientos e incentivos para que otros organismos nacionales y las instituciones de conocimiento superior reformen sus propios marcos normativos y faciliten la creación de ECT.
  • Promover la implementación de reglamentos (a nivel nacional y de las instituciones de conocimiento) que permitan la dedicación de tiempo por parte de los académicos y científicos a la creación y gestión temprana de un ECT, así como también su participación en el paquete accionario.

Y para potenciar la concreción de los proyectos en nuevos ECT que logren desarrollarse y crecer es importante:

  • Fomentar la creación y el fortalecimiento de plataformas institucionales especializadas en la creación de ECT.
  • Apuntar al desarrollo de una cadena de financiamiento público-privada adecuada a la realidad de los ECT y que contemple las distintas etapas, desde la fase pre-semilla y semilla hasta la intervención, en fases más avanzadas, del capital emprendedor privado (ángeles, fondos y corporaciones).
  • Estimular la demanda de productos y servicios innovadores generados por los ECT como estrategia de ampliación de las oportunidades para la creación y el desarrollo de este tipo de empresas. Estas iniciativas pueden incluir, por ejemplo, mecanismos de compras públicas innovadoras, programas basados en misiones y desafíos, así como el fomento de la innovación abierta.
  • Diseñar estrategias que permitan recabar información y caracterizar al segmento de los ECT a fin de posibilitar el delineamiento de mejores políticas públicas.

En un mundo que se está transformando de forma vertiginosa, con la profundización del cambio tecnológico y la irrupción de nuevos modelos de innovación, las nuevas empresas basadas en el conocimiento juegan un papel protagónico. América Latina enfrenta el desafío de formar parte de este proceso; de lo contrario, acentuará su rezago estructural.

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Descargar el documento «Emprendimientos de base científico-tecnológica en América Latina: Importancia, desafíos y recomendaciones para el futuro»

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