El comercio es una de las actividades más dinámicas en la economía nacional e, históricamente, las mujeres han sido parte fundamental de su desarrollo. Y aunque gran parte de su liderazgo ha circundado en el ámbito informal, muchas de ellas destacan en las empresas e-commerce, en las que fortalecen el avance de la era electrónica.
Esta presencia en los espacios laborales es un hecho de justicia que se consolida cada vez más. En Bolivia, una de las organizaciones que impulsa y respalda esta participación femenina es la e-commerce Flow.bo, que propone una cultura laboral positiva, mediante la incorporación de condiciones ya más aceptadas en nuestros tiempos, como la posibilidad de trabajar desde casa en situaciones de fuerza mayor, llevar a los hijos a la oficina y, en el caso específico de las mujeres, salidas por maternidad, entre otras medidas dictadas por ley.
Normalizar la incursión de mujeres no es solo ético, sino también estratégico, ya que permite aportar al mercado talento profesional.
“Las mujeres siempre han estado ahí, trabajando, aportando, pero ahora la sociedad está más dispuesta a reconocerlo”, dice Eduardo Barés, gerente general de Flow.bo, y la historia apoya su afirmación. De acuerdo con un informe del Instituto de Investigaciones Económicas (IISEC) del año 2020, en Bolivia, las mujeres constituyen un 53.3% de la fuerza laboral.
En Flow.bo, la proporción muestra un estimado de 70% de personal femenino, incluyendo jefaturas de sección.
Valeria Pacheco está a cargo del centro de calidad, call center y despachos. Es quien se asegura de que cualquier impresión del servicio esté en óptimas condiciones. “Las órdenes se procesan de manera virtual, yo monitoreo la solicitud y si todo está bien, la despacho a almacenes”, explica.
El sistema aprueba automáticamente pedidos pagados con tarjetas de crédito-débito —que cumplan los chequeos de la banca digital—. Pero, además, Flow.bo dispone de cuatro métodos de pago adicionales: código QR, depósito o transferencia bancaria, en efectivo y crédito institucional, que se habilita por mediación de determinadas instituciones.
En este último paso se evidencia la participación de Jackeline Delgadillo, jefa de contabilidad. Además de las tareas contables tradicionales, supervisa las transacciones de manera que las órdenes procedan con seguridad y en el menor tiempo posible. “Los pedidos de productos livianos suelen tomar un máximo de 24 horas entre el check-out y la entrega, y de 48 hasta 72 horas en caso de órdenes de artículos grandes, como electrodomésticos; aunque el cliente tiene la opción de posponerla hasta una fecha en particular”, describe Delgadillo.
Para asegurar la fluidez de la compra, Flow.bo ya tiene adquiridos todos los productos que oferta en su plataforma, organizados por categorías y códigos. La persona responsable de su custodia es Adriana Bejarano, jefa de almacenes.
“Mayormente, trabajo con varones. De hecho, es muy raro encontrar otras mujeres en mi posición, así que al inicio sí noté miradas incrédulas, no creían que yo era la responsable”, relata la ingeniera en sistemas.
“Si bien no tengo la fuerza física de un hombre para levantar objetos pesados, sé que cumplo a cabalidad mis funciones, al igual que mis compañeras y compañeros”, añade mirando hacia una oficina contigua donde están Natalia Cassab, jefa de categoría–tecnología, y Alejandra Olmos, jefa de categoría–salud y belleza.
Ellas son las comisionadas para elegir los productos que Flow.bo pondrá al alcance de un click, analizando las tendencias del mercado e interactuando con proveedores y otros socios comerciales; en ocasiones, también han experimentado el mismo recelo que Bejarano. “En mi área es comprensible, gran parte de los encargados de ventas de artículos tecnológicos son varones”, comenta Cassab, quien ha llegado a escuchar alguna frase como: “¿Me puedes pasar con tu jefe o alguien que sepa de esto?”, sin dejar que eso afecte su desempeño.
“El comercio electrónico se convirtió en un motor de muchos cambios. Trajo consigo una mayor inclusión, en especial, para las mujeres. Considero que el e-commerce llegó a Bolivia para derrumbar muchos estereotipos y el cambio se nota mucho más desde la pandemia”, reflexiona Olmos.
Una vez escogidos los ítems, Bejarano registra su salida y los deriva de vuelta a Pacheco.
En concordancia con su espíritu ecológico, la empresa evita en lo posible el uso de elementos contaminantes, como el plástico, así que sus empaques son bolsas de papel reciclado o tela con los datos de identificación.
Valeria explica que la entrega debe mostrar el mismo cuidado de las etapas anteriores. Coordinan todos los pasos con el cliente con la idea de que tenga una buena experiencia de compra y sienta la confianza necesaria en el servicio.
La satisfacción que los miembros de la empresa buscan en sus usuarios se refleja en su propia experiencia laboral. Como Delgadillo señala, esto no pasa por una menor carga de trabajo, sino por el clima de apoyo que las motiva a superarse y abordar los retos profesionales y personales.
Poco a poco, las mujeres fortalecen esos espacios históricamente negados, pero ganados a partir de una lucha que demuestra su capacidad. El comercio del futuro viene de sus manos.