El cambio y la variabilidad climática representan una grave amenaza para la agrobiodiversidad. Ante esta situación la comunidad internacional está respondiendo con un mayor apoyo a la conservación ex situ.
Sin embargo, ese apoyo está orientado hacia los cultivos considerados «principales», como el trigo, maíz, arroz y papa, y no toma en cuenta a los otros subutilizados y estratégicos para la seguridad alimentaria y nutricional de la humanidad. En comparación con la conservación ex situ, la conservación en finca (in situ) es poco abordada por los programas de investigación y desarrollo y débilmente integrada en las estrategias nacionales de conservación, señalan Wilfredo Rojas, Milton Pinto y Juana Flores, miembros de la fundación Proinpa y autores del artículo en la revista agroecológica Leisa: biodiversidad y agricultura campesina.
Asimismo, en la memoria 2014 del Congreso Nacional de Recursos Genéticos de la Agrobiodiversidad, los autores antes mencionados afirman en sus conclusiones que la agrobiodiversidad juega un rol importante en la seguridad y soberanía alimentaria de los pueblos, y contribuyen significativamente a las necesidades básicas de la humanidad.
Es parte del patrimonio ancestral y cultural del país y por tanto su conservación y uso sostenible es responsabilidad de la sociedad en su conjunto», pero también tiene que ser de atención del Gobierno central.
Dentro de ese contexto que se maneja para obtener alimentos sin dificultades, intervienen varios factores, los cuales son apoyados por gobiernos en diferentes partes del mundo.
Uno de esos factores que inciden en el manejo de la agrobiodiversidad es la conservación en finca, la cual se desarrolla mediante estrategias basadas en las comunidades campesinas y, a diferencia de la conservación ex situ, mantiene los conocimientos tradicionales vinculados a la agrobiodiversidad y a las prácticas relacionadas con su uso; transmitidos por los agricultores de generación en generación.
“Los agricultores que se distinguen de los demás por su contribución a la conservación de la diversidad de cultivos y variedades en sus sistemas tradicionales de manejo son los pilares de la conservación de la agrobiodiversidad”, resalta el documento.
La revista afirma que es necesario hacer un mayor esfuerzo para reconocer la contribución de estos agricultores que, silenciosamente y sin reconocimiento alguno, aportan con los cultivos destinados principalmente a la alimentación de sus familias.
En ese contexto, desde hace tres años aproximadamente, se introduce en el país, el proyecto Especies Olvidadas y Subutilizadas del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola «conocido como NUS IFAD OOO por sus siglas en inglés», y es coordinado por Bioversity Internacional y se ejecuta en tres países: India, Nepal y Bolivia.
Ese proyecto contribuye a desarrollar métodos, herramientas y enfoques para evaluar y monitorear la agrobiodiversidad, así como su adaptación al cambio climático.
El proyecto primero identifica a aquellos agricultores que destacan en sus comunidades por su dedicación al manejo de una amplia diversidad de cultivos y variedades, incluyendo las variedades raras y en peligro de extinción, ya que ellos poseen el conocimiento tradicional asociado al manejo de la agrobiodiversidad.
Y a estos agricultores excepcionales se les han otorgado diversos nombres, como: expertos en semillas, agricultores nodales, conservadores de semillas, curiosos, conservacionistas, innovadores, guardianes de las semillas y agricultores custodios.
En Bolivia el proyecto NUS IFAD III, desde octubre de 2011, trabaja con cuatro instituciones socias: CareBolivia, Samaritan´s Purse, Cetha Tupak Katari y la Fundación Proinpa.
Las actividades se ejecutan en ocho comunidades del área circundante al lago Titicaca y con 43 «agricultores custodios» que fueron seleccionados mediante un enfoque participativo.
Durante dos años agrícolas (2011-2013) se ha realizado el registro de la agrobiodiversidad con este grupo de agricultores custodios. Por cada agricultor custodio se cuenta con un libro del Registro Comunitario de la Biodiversidad, que consiste en 20 variables y las respectivas imágenes fotográficas.
Los agricultores custodios no sólo conservan su diversidad de cultivos sino que experimentan, son observadores por excelencia y tienen un sentido de responsabilidad para compartir su material vegetal, conocimiento, patrimonio y cultura con sus familias, comunidades y con la sociedad en general; ellos son quienes mantienen, adaptan y fomentan la biodiversidad agrícola.
Entretanto, los otros agricultores de la comunidad tienen la responsabilidad de seleccionar y conservar las semillas para asegurar la subsistencia de sus familias.
El documento señala que se encuentra en proceso la conformación de una Red de Agricultores Custodios, igual a las que existen en otras partes del mundial como México y Nepal, y donde este tipo de organizaciones son reconocidas y apoyadas por sus gobiernos en el marco de una política nacional: estas redes juegan un rol importante en la conservación y uso de agrobiodiversidad y, aquí en Bolivia, se espera que las políticas de gobierno les brinden apoyo por su papel estratégico como guardianes de la diversidad genética y del conocimiento tradicional asociado.
También -señala la revista- que es importante tomar en cuenta la naturaleza de cada comunidad con el fin de determinar si se debe promover la acción colectiva en lugar de trabajar, además, con agricultores individuales.
Por lo general, la participación de todos los agricultores de la comunidad es necesaria, de lo contrario el trabajo de los agricultores custodios será limitado en el sentido de que las personas ya no quieren compartir sus semillas o material de siembra con ellos, que crea barreras en los flujos de semillas.
En ese sentido, los bancos comunitarios de semillas son vistos como una estrategia complementaria para apoyar a los agricultores custodios, como es el caso del sur de Asia donde su concepción y manejo están mucho más avanzados.
En forma conjunta, los agricultores de la comunidad y los técnicos facilitadores definieron los criterios para la selección de los agricultores custodios: 1) tener un número importante de especies y variedades; 2) mantener una vocación para conservar y usar la diversidad de variedades; 3) amplia experiencia en el manejo de cultivos y 4) ser reconocidos y respetados por la comunidad en su papel de agricultores.
Los agricultores fueron seleccionados, reconocidos y validados por la comunidad por su contribución a la conservación de la diversidad de cultivos.
El instituto Nacional de innovación Agropecuaria y forestal (Iniaf) está encargada de la investigación agrícola, pecuaria y forestal del estado Plurinacional de Bolivia y actualmente está encargado de los bancos nacionales de Germoplasma. Entre sus actividades principales está la conformación del Sistema Nacional de Recursos Genéticos (SNRG), cuya estructura contempla los componentes de conservación ex situ e in situ, fundamental para visibilizar la existencia de este tipo de iniciativas, como son la Red de Agricultores Custodios y Los Bancos Comunitarios de Semillas.
“Es necesario que ambas organizaciones locales formen parte del SNRG y de esta forma se dé lugar a un espacio para que la función que realizan a lo largo de siglos en favor de la conservación agrobiodiversidad sea reconocida y apoyada desde el Estado Boliviano”, plantea.
De cinco municipios en los que se trabaja, el de Batallas ha dado un paso importante al priorizar e incorporar en su Plan de Desarrollo el apoyo a la conservación de la agrobiodiversidad, por la función que cumple la adaptación al cambio climático.