La exportación de singani que actualmente se hace a cuatro países se ampliará a los mercados de Alemania y Holanda que se sintieron atraídos por la calidad de la producción boliviana, informó ayer el gerente de Producción de Singani Los Parrales, Franz Molina, una de las cuatro bodegas más grandes del país.
Bolivia produce alrededor de 3,5 millones de litros de singani al año. Sólo Los Parrales alcanza una producción total de 400 mil botellas, de las cuales alrededor del 8 por ciento se exportan a China, Estados Unidos, México y Suiza.
Actualmente, la actividad vitivinícola del país aglutina a 33 mil familias. Existen cuatro bodegas grandes y 70 bodegas pequeñas que se dedican al rubro.
Sin embargo, la falta de políticas de apoyo al sector genera un clima adverso para el negocio en el mercado interno. “Hay mucha competencia desleal, hay mucho contrabando, hay muchos productos falsificados y el alcohol de caña que no tiene ningún tipo de control para ser comercializado porque no debería ser para el consumo directo”, indicó Molina.
Añadió que Bolivia cumple con importantes estándares de calidad para la producción del singani, pero que existen trabas impositivas y falta de posicionamiento de la marca.
Recientemente, Singani Los Parrales ganó la medalla de oro en la competencia de bebidas espirituosas “San Francisco World Spirits Competition” después de ser electa como una de las favoritas entre 3.400 muestras del mundo. El concurso mundial exige una serie de requisitos sanitarios y de calidad para otorgar un reconocimiento.
A lo largo de cuatro días, los 46 expertos que integran el jurado realizan degustaciones a ciegas (blind tastings) altamente controladas, es decir que no reciben ninguna información sobre el productor o el precio, asegurando que cada bebida sea juzgada de manera justa, igualitaria y sin prejuicios, informó Ivan Bluske, miembro del jurado de catadores de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV).
Aunque actualmente el mercado interno se estancó, el sector vitivinícola del país prevé duplicar su producción en función al requerimiento del mercado externo y las políticas de apoyo para los productores nacionales.
El sector también demanda medidas arancelarias para las bebidas importadas, el control a la venta de alcohol de caña y normas que penalicen la adulteración de bebidas alcohólicas.
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