Encarar los desafíos de la economía mundial que se vienen en la presente gestión, a criterio del Foro Económico Mundial, debe ser enfrentado por el sector privado, debido a que en los buenos tiempos no se han utilizado de manera tan productiva y, por lo tanto, la economía mundial está expuesta a la próxima recesión cíclica.
Los países exportadores de materias primas tuvieron ingresos significativos en el boom de los precios de las materias primas, sin embargo, algunos aprovecharon para diversificar sus ventas, mientras otros no lograron alcanzar esta meta.
Es notable que los desafíos económicos permanezcan a la vanguardia del sector privado, a pesar del entorno de crecimiento global boyante. Ciertamente resuena con la visión de que todavía existen muchas vulnerabilidades, según el informe del Foro Económico Mundial sobre Riesgos Regionales para Hacer Negocios, es motivo de reflexión.
Bolivia al igual que los países de la región enfrenta dificultades a la hora de modificar su matriz productiva, pasar de exportadores de materias primas a productos con valor agregado.
Sin embargo, el informe Reporte de Economía y Desarrollo RED 2018 de la CAF, titulado Instituciones para la productividad: Hacia un mejor entorno empresarial explica sobre la productividad de los países en la región, la cual no muestra datos alentadores.
Señala que los bajos niveles de ingreso por habitante de los países de América Latina tienen como principal responsable a su baja productividad. Esta baja productividad, a su vez, no se debe tanto a una mala estructura económica como a una baja productividad en todos los sectores de la economía. Esto sugiere que las raíces del problema de desarrollo de la región son profundas y penetran transversalmente todo el tejido productivo.
En consecuencia, lograr ganancias continuas en los niveles de ingreso por habitante demanda la adecuación de la institucionalidad que condiciona varios de los ámbitos en los que las empresas operan, sostiene el documento.
Entretanto, el documento del Foro señala que cada vez es más difícil encontrar reclutas calificados. Y mientras que las empresas pueden ver el bajo desempleo como un riesgo para sus planes de contratación, el bajo desempleo también oculta el miedo y el descontento que impregna a la fuerza laboral en la mayoría de las regiones.
“Claramente, la combinación del crecimiento salarial glacial, la automatización y la subcontratación han erosionado la moral de los trabajadores y han ayudado a alimentar el populismo. La desigualdad de ingresos sigue siendo una preocupación clave en la mayoría de las regiones y debe abordarse de manera más integral para ayudar a reforzar la resiliencia económica y social”, apunta.
Las “crisis fiscales” también se clasificaron entre los cinco principales riesgos de mayor preocupación a nivel mundial, y muchas regiones lo destacaron como una amenaza pertinente. Esto se relaciona con la cuestión apremiante de la deuda excesiva. El endeudamiento global a nivel de hogares, empresas y gobiernos sigue aumentando, y no se han abordado las dependencias dentro del sistema financiero.
Por ello menciona que los gobiernos necesitan iniciativas fiscales creíbles para enfrentar los niveles excesivos de deuda mientras el crecimiento es bueno, o bien se encontrarán incapaces para proporcionar estímulo cuando la fiesta haya terminado.
Por el momento, la buena noticia es que, por ahora, el entorno macro global se mantiene sólido y nos da tiempo para reforzar vulnerabilidades. Sin embargo, con la reducción de la liquidez global, el endurecimiento de las condiciones financieras y la maduración del ciclo, el informe “Riesgos regionales para hacer negocios” es un recordatorio oportuno de algunos de los problemas que deben abordarse a nivel local y global.
La expansión mundial pierde fuerza. Tras una aceleración generalizada del crecimiento cíclico que duró casi dos años, la expansión económica mundial se enfrió en el segundo semestre de 2018. La actividad se debilitó en medio del recrudecimiento de las tensiones comerciales y el aumento de los aranceles entre Estados Unidos y China, la merma de la confianza de las empresas, la constricción de las condiciones financieras y la agudización de la incertidumbre en torno a las políticas en muchas economías.
Contra ese telón de fondo internacional, una combinación de factores que obraron a nivel de país y de sector le restó aún más ímpetu a la actividad. Tras tocar un máximo cercano a 4 % en 2017, el crecimiento mundial se mantuvo en un vigoroso 3,8 % en el primer semestre de 2018, pero disminuyó a 3,2 % en el segundo semestre del año.