“La orquídea más bonita es la Cattleya nobilior”, asegura con acento muy particular, una niña chiquitana de 11 años en la comunidad de San Juan de Encanto, distante a 45 kilómetros del municipio de Concepción, en Santa Cruz. El lugar es considerado el santuario de las orquídeas puesto que las flores todavía crecen cobijadas por la selva, en un clima húmedo, en medio de las piedras y de los árboles.
La pequeña junto a 20 familias de su comunidad emprendieron hace 14 años la tarea de “proteger” a las orquídeas endémicas de la depredación realizada por los ayoreos con fines comerciales. Para ello el Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible (Cepad) junto al municipio de Concepción promovieron la primera declaratoria del lugar como “área protegida”.
Durante los primeros días de octubre, las rocas del monte de Bamba en San Juan del Encanto se tiñen de morado debido al florecimiento de la Cattleya nobilior. La coqueta y exuberante orquídea nativa de cinco pétalos es la flor símbolo de Concepción, pueblo internado en las misiones jesuitas.
Poco se ha escrito e investigado sobre la riqueza de las orquídeas en Bolivia. El estudio científico más consistente yace en las páginas del libro “Orquídeas de Bolivia”, escrita, por tomos, por el boliviano Roberto Vásquez y Pierre L. Ibisch. Estos aseguran que existen entre 2.000 y 3.000 especies de orquídeas en el país. Sin embargo, sólo 1.500 forman parte de un listado de las cuales 1.200 fueron descritas.
A pesar que representan el 10 por ciento de la flora boliviana, los expertos develan que el 60 por ciento de las orquídeas se encuentran en tan sólo el 4 por ciento del territorio boliviano. Se trata de “una franja pequeña” en la ecorregión de los yungas. Este espacio también alberga al 80 por ciento de las orquídeas endémicas.
A ello se suma que el país cuenta con la tasa de descubrimiento de nuevas especies “más alta del mundo”. Aunque, Perú y Ecuador llevan la delantera. Ante ello aseguran que “Bolivia podría estar en el séptimo rango de la lista mundial de orquídeas”.
Según el descubridor de orquídeas, Luis René Moreno, conocido en la selva chiquitana y cruceña como el “Tata Moreno”, hay 2.500 variedades de orquídeas en el país de las 30.000 que existen en el mundo. De éstas, el 30 por ciento son endémicas.
Discrepa de los primeros investigadores y asegura que la mayor cantidad de orquídeas endémicas se encuentra en Santa Cruz, donde confluyen selvas como la amazónica, chaqueña, tucumana-boliviana y chiquitana. “Eso hace que las especies se entremezclen y se hagan nuevas o se hibridicen”, explicó.
Añadió que las zonas más “ricas” de orquídeas están en Samaipata, en los contrafuertes de la cordillera, el chaco e incluso en la ciudad y alrededores de la capital cruceña. “En la misma ciudad de Santa Cruz, hay especies nativas como en los motacús”, aseveró.
Al respecto, el director de la Asociación Amigos de las Orquídeas de Bolivia (AOB), José Luis Panozo, informó que una de las especies endémicas más conocidas en Cochabamba es la Catasetum cochabambanum. “Es una planta muy rara, nadie la tiene”, puntualizó. Otra orquídea símbolo en el valle es la Epidendrum chaparense que crece en el Chapare, en el tramo Cochabamba-Villa Tunari.
Entretanto, en Santa Cruz radican las especies endémicas Mormodes morenoi y la Oncidium stacyi. Esta última también conocida como “la Bailarina”, es considerada la orquídea símbolo de Santa Cruz.
El «Tata Moreno», afirma que “Cochabamba es muy rica en orquídeas”. En un recorrido entre Cochabamba y Villa Tunari colectó 70 especies.
Cuentan que el “Tata Moreno” fue el primer colector de orquídeas en el departamento oriental donde se estima existen 1.500 especies. Su pasión por la flor exótica lo llevó a dedicarse a la temática 80 años de los 84 que lleva encima.
Su primer descubrimiento fue a los ocho años, cuando en la comunidad cruceña de Madre Conde, Montero, los ojos inquietos de su infancia hallaron a la especie Oncidiun stacyi en un tronco de madera mara, el cual tenía como destino un aserradero. Tras salvarla, la adhirió a un duraznero. Posteriormente, ésta se convirtió en la orquídea emblema de Santa Cruz.
La belleza de las orquídeas también se refleja en su reproducción considerada compleja y cruzada. Moreno explica que la misma es realizada por las abejas, avispas, moscas y el viento. Para ello algunas orquídeas incluso tienen la forma de una abeja a fin de atraer a sus copuladores. Tras ello el polinio es trasladado a otra especie, de ahí que es cruzado.
El director del Cepad, Rubens Barbery, informó que debido al complejo proceso de polinización y reproducción, Santa Cruz innovó con la reproducción in vitro y clonación de orquídeas. Ello permite la multiplicación de especies de forma más efectiva y la protección de especies nativas.
Panozo identificó al narcotráfico como una de las principales amenazas de las orquídeas en Cochabamba. A ello se suma, los cambios de uso de suelo y los desmontes para la plantación de coca en el valle cochalo y de soya o maíz en Santa Cruz.
Son millones de hectáreas que están tumbando para aumentar el área de cultivo», dijo.
La extracción indiscriminada de orquídeas para fines comerciales en Concepción por los indígenas ayoreos, dibuja otra cara del mismo problema. La misma está vinculada a la sobrevivencia de sus habitantes ante la extrema pobreza.
Panozo resaltó que el único levantamiento científico de datos sobre las orquídeas en Bolivia acompañado de descripciones gráficas está en los libros publicados por Roberto Vásquez con la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN). Sin embargo, aún faltan mayores estudios.
Asimismo, sobresale el trabajo del Cepad cuya institución promueve la preservación de las orquídeas con un festival anual.
El director de esta entidad, Rubens Barbery, aseguró que entre los logros más importantes se encuentra la conciencia ambiental de los estudiantes de esa región chiquitana, además del movimiento turístico y económico que genera para los pobladores.
El reto inmediato es internacionalizar el Festival de la Orquídea en Concepción. “Desde este año estamos pensando en el turismo internacional. Para eso, logramos acuerdos interesantes con el Ministerio de Culturas y la Cancillería del Estado”, anunció.
El especialista y descubridor de orquídeas, “Tata Moreno”, asegura que los meses de floración de la exótica flor abarcan dos épocas y depende de la zona. En las áreas secas, ésta se realiza en agosto, septiembre y octubre. En las húmedas, en febrero, marzo y abril. En cambio, las especies híbridas sólo florean dos veces al año y las nativas una.
Explicó que el tiempo de vida de las orquídeas varía según la especie. Existen aquellas que viven un día como las orquídeas amarillas de la vainilla y otras hasta tres meses como la Phalaenopsis. Esta última, es la más cultivada en Santa Cruz debido a que es utilizada en decoraciones.
Sin embargo, el cambio climático incidió en la alteración de los meses de floración al igual que la sequía. El experto asegura que a la orquídea “siempre se la consideró una flor muy especial, muy rara e inmortal”. Ello debido a que nunca deja de florecer. “Un roble, tajibo o cupesí viven 100, 200 años y se mueren, pero la orquídea no”, enfatizó.
Ante ello sugirió a los amantes de las orquídeas asumir cuidados rigurosos, entre ellos no someter estas plantas a climas no aptos para sus géneros. “Unas necesitan ambientes húmedos, secos de altura. Por ejemplo, las de Samaipata no pueden vivir en Santa Cruz. O una Cattleya nobilior en Cochabamba o Santa Cruz”, enfatizó. Además, proveerles de sustrato.
Añadió que las orquídeas “enferman igual que la gente” de ultravirus, bacterias y hongos. Por ello sugirió tomar previsiones.
“No es fácil el cultivo para cualquiera. Tiene que tener una cierta información y formación”, enfatizó. Respecto a la cantidad y frecuencia de riego, otros expertos aseguran que depende de la estación del año. En veranos sugieren cada tres días y en invierno, cada siete, en caso de encontrarse en macetas. Entre tanto, las que yacen en troncos necesitan un riego más continuo. Además, no se debe repetir echar agua sobre el sustrato húmedo.
El Festival de la Orquídea, que se realiza desde hace 14 años en el municipio de Concepción, Santa Cruz, convirtió a este pedacito de selva en un destino turístico indispensable para disfrutar del turismo comunitario y la cultura viva chiquitana, de las misiones jesuíticas.
El evento emprendedor es organizado en octubre por el Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible (Cepad) y la Alcaldía de Concepción, con miras a promover la preservación de las orquídeas y el respeto ambiental.
Durante el evento de tres días, los visitantes nacionales y extranjeros disfrutan de la exposición de orquídeas nativas, híbridas y endémicas. Además de actividades culturales y artísticas como concursos de pintura al vivo, tallado de madera, teatro, danzas típicas orientales, ferias artesanales y gastronómicas.
Esta XIV versión del Festival de la Orquídea arrancó con un concierto de música barroca interpretada por 50 niños y niñas chiquitanos del ensamble del padre Martín Schmidt. Violines, chelos, violas, flautas traversas y las voces angelicales de los pequeños robaron la admiración y los aplauso de cientos de visitantes en el Templo Misional de Concepción.
Posteriormente, Piraí Vaca engalanó el evento con un concierto de guitarra, cuyo repertorio combinó piezas clásicas españolas y bolivianas.
La actividad también promovió el turismo ecológico con una visita a las comunidades de San Juan del Encanto, distante a 45 kilómetros, al sur de Concepción. El lugar es considerado el santuario de las orquídeas. Los visitantes, a través de una caminata de 45 minutos por el sendero ecológico, se deleitaron observando orquídeas nativas y una tupida vegetación oriental. El segundo destino es Santa Rita, distante a 10 kilómetros de la capital concepcioneña. La producción boliviana de tejidos chiquitanos es el atractivo.