Cinco son los sectores que han sido identificados para apostar en tiempos en los que la incertidumbre esta en ‘boca’ de los inversores. La sofisticación de los mercados y la transformación de la economía global asoman nuevas puertas que no todos se atreven a tocar y que guardan los negocios de la tierra, las consultorías, la importación, el mercado de valores y las nuevas tecnologías.
Si bien la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz (Cainco) estableció diez actividades productivas con gran complejidad industrial que pueden generar más cadenas de valor que otras tradicionales, como la agroindustria, es esa complejidad la que vuelve conservador el bolsillo de los inversores, de acuerdo con distintos enfoques que fueron consultados por Dinero.
Estos también coinciden en que no hay una ‘receta magica’ y toda inversión requiere tiempos de retorno, el economista Mauricio Ríos García hace la primera advertencia: no hay que actuar como todo el mundo lo hace, pese a que existan oportunidades de inversión en cualquier escenario y se puede tomar ejemplo de los grandes supervivientes (que vencieron varios ciclos económicos).
“El riesgo está en seguir el consenso, en equivocarse, no saber lo que uno hace y además presumir de que sí lo sabe. La inversión ideal es la que se establece con estrategias de largo plazo y capaz para atravesar tiempos de incertidumbre, volatilidad o crisis generalizada”, afirma Ríos García.
La importación es una de las puntualidades que afloran en esta coyuntura. Debido a la turbulencia de la moneda extranjera, es más barato comprar productos y servicios de otros países. Sin embargo, se debe hacer un zoom a este sector ya que son escenarios específicos los que le hacen un guiño a la inversión y hay otros que pueden desestabilizar al mercado.
Vale recordar que las cifras del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) muestran que el valor de importaciones al primer semestre de este año sumaron $us 1.057 millones (un 42% menos que en el mismo periodo de 2018, donde priman comestibles, suministros industriales, combustibles y otros bienes de capital).
El director de Franquicias América y docente de la UPSA, Roberto Pérez, enfatiza que en este sector emerge la figura de los productos premium. “Hay un segmento de la sociedad boliviana que es insensible a las variaciones de precio y aquí triunfa quien ofrece una mejor experiencia. Esto se enfoca más en el segmento que en el producto”, sostiene el ejecutivo.
Por su parte, el economista Marcelo Mendoza se refiere a este sector bajo la lógica de comprar barato y vender más caro, que es sano, siempre y cuando esté dentro de la formalidad y no atente contra los productos considerados básicos o de la canasta familiar. Sumó a esta categoría la importación o representación de servicios tecnológicos, los cuales no requieren mucha fuerza de trabajo para operar.
En esta línea, existe una fuerte demanda por ideas enfocadas en la innovación tecnológica. El consultor financiero Jaime Dunn señala que a escala global hay una tendencia de mover los negocios hacia la tecnología y en el sector financiero existe una fuerte demanda por estos servicios a los que Bolivia debe alinearse.
Dunn subraya que el Big Data es otras de las áreas de oportunidad; es decir, todo aquello orientado a la inteligencia de datos y resguardo de información relevante para los negocios de cualquier sector. También agrega que las ventas por internet y actividades no reguladas basados en tecnología, son otra ocasión para las inversiones.
“Hay startups y profesionales que están explotando este sector, que necesitan capital y están en la búsqueda de financiadores, pero no los consiguen fácilmente. Estos negocios deben pensarse para iniciarlos en Bolivia y darles proyección internacional, la rentabilidad también está fuera de las fronteras”, asegura el ejecutivo.
Viviana Angulo, fundadora de la aceleradora empresarial Pista 8, encierra esta idea y resalta que el mercado de inversión en startups en América Latina atraviesa “su mejor momento”, gracias a la ágil adopción de nuevas tecnologías en la población y la mayor facilidad de expandir modelos de negocio a través de varios países.
La inversión de capital de riesgo en nuevas empresas de la región creció en $us 2.000 millones en 2018 (cuatro veces más que en 2016), según Lavca (organización internacional que apoya el capital privado y de riesgo en la región) y de acuerdo con datos de PitchBook, inversionistas inyectaron $us 2.220 millones en startups el año pasado, más del doble que en 2017. Este año Softbank y Kaszek Ventures anunciaron que tienen destinados fondos para empresas tecnológicas, $us 1 billón y $us 600 millones, respectivamente.
Pero, ¿qué pasa con los ecosistemas tecnológicos menos desarrollados como Bolivia? Angulo responde que el potenciamiento de otros países es buena señal para el país y existe la voluntad internacional de apoyar con conocimiento el despegue de emprendimientos nacidos en Bolivia, así como la gestación de programas cuyas metodologías se enfocan en la aceleración y la inversión (parte de la esencia de Pista 8).
En este contexto, también existe una demanda por nuevos conocimientos y consultorías. Según Roberto Pérez, las empresas ya no buscan ‘amigos’ que les ayuden a disipar sus problemas, sino personas que traigan soluciones e incorporen valor. Esto significa que la inversión en competencias para ofrecer productos y servicios que reduzcan costos y eleven productividad es una alternativa de inversión a futuro para cualquier sector o profesional que busca expandir negocios individuales.
“El énfasis ya no está tanto en la estrategia, sino en cómo hacer que las cosas sucedan a un costo competitivo y en tiempos cortos. Hoy las oportunidades se concretan si las empresas tienen una cartera de ‘microbatallas’ en pos de su visión o propósito”, señala el ejecutivo. La consultoría, que vive de la transformación de las empresas y de la complejidad de los mercados, cada vez penetra más en el interior del sector privado (tema que es reconocido y aceptado).
El analista financiero Jorge Velasco expone que el mercado de valores también es una alternativa interesante, pero recomienda que no sean apuestas de largo plazo y que se midan los riesgos y calificaciones según la tendencia que se muestra en cada sector.
A esta voz se sumó Jaime Dunn, quien manifiesta que este sector siempre fue una alternativa para quienes buscan ahorrar, donde las tasas de valor pueden ser más atractivas y es más fácil vender que en otros sectores.
En el mercado de valores se canalizan los recursos de los agentes económicos que tienen ahorros o exceso de recursos hacia empresas o instituciones con necesidades de financiamiento. Bolivia es un mercado donde mayormente se negocian valores de renta fija, según Javier Aneiva, gerente general de la Bolsa Boliviana de Valores.
Entre los instrumentos de renta fija en los que se puede invertir están bonos de largo plazo, pagarés bursátiles, valores de titularización, pagarés en mesa de negociación y bonos participativos.
Según Velasco, en estos tiempos hay empresarios que venden tierras e inmuebles a precios bajos para capitalizarse, por lo que esa es otra oportunidad con miras a futuro, pero advirtió también que en la coyuntura todo es especulativo.
El economista Marcelo Mendoza expone que ahora “hay un boom” en este sector, por lo que invertir en ello podría ser sostenible independientemente del panorama que se está dando, aunque señala que los horizontes de inversión para el retorno de capital no son cortoplacistas.
En la siguiente entrega de Dinero (10 de septiembre) estos y otros especialistas darán nuevas pautas desde distintos enfoques que el inversor debería considerar para apostar en estos sectores y diversificar su portafolio de inversiones en estos tiempos de incertidumbre.