En Santa Cruz de la Sierra, se producen más de 1.200 toneladas diarias de residuos sólidos, lo que representa un aproximado de medio kilo por habitante. De acuerdo con un estudio de la Empresa Municipal de Aseo de Santa Cruz (Emacruz), en una bolsa de basura común se tiene aproximadamente un 42% de residuo no aprovechable, 39% de residuos orgánicos y un 18,20% de residuos que pueden ser reutilizables, datos que son a nivel domiciliario.
Moira Galvez, directora ejecutiva de Fundare, explicó que en la ciudad existe un mercado de reciclaje que demanda papel cartón, plásticos variados, chatarra y metales como aluminio cobre y vidrios de frascos y envases. En referencia al parque automotor, Galvez indicó que se cuenta con tres tipos de residuos: baterías, llantas y chatarra.
“Nuestro proyecto impulsa a que las empresas ubiquen los tipos de residuos que se generan, las cantidades, la gestión que tienen y creamos una propuesta de manejo adecuada a la empresa, mediante la inducción al uso de contenedores diferenciados, personas encargadas del control de la separación de residuos y esto permite una conciencia de las personas en su entorno laboral y también en el hogar”, expresó la directora de Fundare.
En lo social, Galvez indicó que Fundare apoya a la Red de Recolectores en Santa Cruz, conformada por madres de familia, adultos mayores, haciendo un total de 3.000 personas que se dedican a la recolección de residuos, quienes son capacitadas y extienden su conocimiento en la separación de residuos en las empresas en las que recogen lo reutilizable.
Christian Mariscal, supervisor de Seguridad Industrial de Batebol S.A., indicó que mediante una sociedad con la empresa Conmetal, empezaron a trabajar en la captación y posterior reutilización de baterías que están en desuso en Santa Cruz, con la finalidad de tener la categoría de Negocios Verdes.
Mariscal explicó que se recogen las baterías a nivel nacional para luego ser trasladadas a su planta en Warnes. Posteriormente, se separa el plomo de la parte plástica y del ácido, y todos los componentes mencionados vuelven a ser reutilizados.
“Con este proceso nos consideramos los principales fabricantes de baterías en Bolivia, generamos más de 50 marcas de este producto y Toyo como la principal, cubriendo así más del 60% de la demanda de baterías automotrices a escala nacional y como planta, somos la única que tiene un proceso de reciclaje y todas las normativas y medidas de seguridad ambiental que exige la ley”, expresó el supervisor de Seguridad Industrial de Batebol S.A.
Para Heiver Andrade, director de Fundación AmigaRSE, la pandemia dejó en claro que de ahora en adelante todo proceso o actividad humana debe estar impregnada de sustentabilidad. Por ende, las empresas tienen una necesidad de concebir una gestión que genere triple impacto, pero además debe ser medible y demostrable.
“Los que somos promotores de la Responsabilidad Social Empresarial y lo venimos haciendo desde hace 20 años, sabemos que ese modelo busco siempre el triple impacto. En el caso de Bolivia, las entidades financieras le dieron un nuevo impulso a partir del 2016 y las Empresas B (B Corp) lo revalorizaron en ese mismo periodo”, manifestó Andrade.
El director de Fundación AmigaRSE explicó también que son todos los bienes y servicios de cualquier rubro que se puede enmarcar en la filosofía de Triple Impacto. Recalcó que “todos debemos entender” que se necesita una nueva forma de relacionamiento entre mercados, consumidores y la madre tierra.
Añadió que son paradigmas vigentes y necesarios como el triple impacto, el cuidado, economía circular, agricultura regenerativa y banca ética. «La tendencia que hoy se posiciona se llama sustentabilidad y el bien mayor a cuidar es el planeta tierra; las empresas pueden y deben ser agentes de este cambio; pero los corresponsables son también los gobiernos y sociedad civil», acotó el experto.
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