Los economistas Carlos Hugo Barbery, Pablo Mendieta y Gary Rodríguez, y el psicólogo Óscar Soruco, hacen foco en el modelo de desarrollo cruceño y convienen que la ‘otra Bolivia posible’ está en Santa Cruz, una tierra de oportunidades y progreso, con inclusión social.
A contra luz, notan que uno de los mayores desafíos en el momento actual y de cara al futuro, es adecuar y perfeccionar el exitoso modelo cruceño, en un mundo globalizado y de creciente competitividad, además, frente a la nueva normalidad, derivada de la pandemia global, que añade desafíos y oportunidades, especialmente en lo que hace a la cuarta revolución industrial, la economía del conocimiento y la economía circular, que promuevan un mejor entorno para convivir, con orden y conciencia social.
Este hallazgo y otros están plasmados en el libro Modelo de Desarrollo Cruceño: Factores y valores que explican su éxito, cuyo autoría corresponde a Barbery, Mendieta, Rodríguez y Soruco. Cuenta con el respaldo de Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) y la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos de Santa Cruz (SEGH-SC) -la misma institución emblemática que lanzó el Memorándum de 1904.
Desde un enfoque multidisciplinario, los autores afirman que Santa Cruz, más que un espacio geográfico en Bolivia, brinda a sus habitantes no solo la posibilidad de ‘hacer’ sino también de ‘ser’, de realizarse como personas sobre la base del esfuerzo, emprendimiento y trabajo, considerando que desde la época colonial, primero, y de su creación, después, ha tenido que luchar de forma autónoma por su desarrollo, manteniendo su identidad basada en el espíritu cruceño.
Para Soruco, el ‘alma cruceña’ fue el ensamble de voluntades entre nativos y españoles en un crisol, al momento de la creación del departamento de Santa Cruz, revelándose la cosmovisión cruceña que se fortalece aun en base a principios, como sentido, inteligencia, justicia y la libertad de ser.
Para Barbery, las grandes transformaciones políticas con incidencia económica en el desarrollo local -a costa de tildar de ‘regionalista’ a Santa Cruz- han surgido desde su organización institucional para reivindicar las regalías, la participación popular, el IDH, la elección de alcaldes, de concejeros departamentales, de prefectos, etc.
A su juicio, las perspectivas de desarrollo son colosales para una región que cualitativa y cuantitativamente ha explosionado en pocas décadas, pero que; sin embargo, debe corregir muchas variables desbordadas en el camino, dentro de una convivencia que promueva la generación de bienestar.
Desde el punto de vista económico, la región oriental cruceña se ha convertido en el principal motor de progreso en el país, basando su desarrollo en la activación agrícola y ganadera, desde sus inicios, por la gran riqueza natural con que cuenta su vasto territorio, dando lugar después a una vigorosa agroindustria y una fuerte economía de comercio y servicios.
Este desarrollo fue apuntalado por la transferencia del conocimiento tácito, principalmente en el ámbito intrafamiliar, la influencia de la migración interna y externa, y la gradual profesionalización de recursos humanos en el extranjero.
De acuerdo con Rodríguez, el modelo de desarrollo cruceño se explica por cinco factores: recursos naturales (tierra), recursos humanos (trabajo), recursos financieros (capital), recursos tecnológicos (innovación) e institucionalidad (entes gremiales, cívicos y otros) y en cinco valores que los movilizan: la libertad (libre iniciativa) que conduce al cruceño -varón o mujer- a destacar por decisión propia; la individualidad (realización) que lo lleva a buscar un legítimo beneficio; la competitividad (libre mercado, atender necesidades); el cooperativismo (asociatividad para resolver lo desatendido por el Estado); y, la integración al mundo (exportación, importación, en su proyección al mercado externo).
Si bien Santa Cruz no dejará su vocación agropecuaria, agroindustrial y agroexportadora, los autores del libro creen que se debe aprovechar su ubicación geográfica y convertirse en un polo de atracción para inversiones en el campo de los servicios (comunicación, transporte, almacenamiento, distribución, finanzas, comercio, turismo, etc.).
Para ello, ven que debe seguir la tradición cruceña de contar con una buena planificación técnica y sustento a las propuestas de desarrollo para mejor uso de los recursos.
Para ello, en criterio de Rodríguez, Santa Cruz precisa de una “entidad pensante” permanente que, como en su momento fuera Cordecruz, aporte con profesionales de alto nivel técnico para hacer realidad el destino histórico que tiene Santa Cruz, como centro de interconexión entre el Pacífico y el Atlántico, con carreteras, ferrovías y un centro logístico distribuidor de carga y pasajeros -hub aéreo internacional-, pero además, como una agrópolis y, su ciudad capital, una metrópoli que gravite desde el centro de Sudamérica.
Referente a las bases económicas del desarrollo cruceño, Mendieta señala que Santa Cruz triplicó su participación en el PIB boliviano y hoy es la región que más contribuye económicamente al país con 30%. “Santa Cruz ha atraído los dos principales factores productivos: capital y trabajo. El primero plasmado en el 40% de la inversión nacional y el segundo en un influjo migratorio de trabajadores, emprendedores y profesionales”, infirió, al dar cuenta de que los cuatro factores anteriores han sido posibles gracias a un adecuado sistema de planificación regional que surgió como producto del abandono del gobierno central y la necesidad de cubrir necesidades básicas de la población cruceña.
A juzgar por Mendieta, este año la economía cruceña tiene múltiples retos que involucran tanto al país como al departamento. El primero, la preservación de la estabilidad y sostenibilidad de la economía nacional y, el segundo, es el desafío de retomar la coordinación intra e inter sectorial entre lo público y privado. “En el mediano plazo, la economía cruceña debe concentrar sus esfuerzos en ganar aún más productividad por medio de mayor innovación, una institucionalidad más sólida y medidas para el mejor funcionamiento de los mercados”, enfatizó.
Para Barbery, Mendieta, Rodríguez y Soruco, el modelo de desarrollo cruceño ha demostrado ser exitoso, sin embargo, es perfectible. “Si algo hay que destacar de su funcionamiento, es que ha convertido a Santa Cruz en el bastión económico nacional en un tiempo relativamente corto, también a la región en una suerte de “tierra de oportunidades” para la realización no solo de los oriundos del lugar, sino también de los migrantes internos y externos, quienes han contribuido al progreso económico y social de la región cruceña y de toda Bolivia”, concluyeron.
Para el presidente del IBCE, Demetrio Soruco, los hallazgos del libro permiten constatar que el modelo de desarrollo cruceño existe y, aunque no es perfecto, ha demostrado que es exitoso porque ha servido para sacar de la pobreza a mucha gente del lugar, así como a cientos de miles de migrantes que llegaron del interior y desde el extranjero buscando mejores días.
En tanto que Herland Vhiestrox, presidente de la SEGH, cree que la publicación contribuye a una mejor comprensión del exitoso modelo de desarrollo cruceño.
Para el presidente de la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz (Fepsc), Jean Pierre Antelo, el libro constituye un aporte en la conceptualización y análisis de las condiciones que han hecho de Santa Cruz una tierra de oportunidades para los que buscan la prosperidad en beneficio de sus futuras generaciones.
“Un modelo que ha apostado a la producción de alimentos, generando empleo, garantizando la canasta familiar de los bolivianos y contribuyendo con divisas para el país. El modelo cruceño aporta a la innovación, la tecnología y la economía naranja, pero, sobre todo, busca compartir conocimientos con una alta responsabilidad social empresarial”, afirmó Antelo.
Para el gerente de la Cámara de Exportadores de Santa Cruz (Cadex), Martín Salces, Santa Cruz, además de su vocación de producción de alimentos, tiene potencial minero y en la industria del turismo de eventos que aún no es aprovechado en su real magnitud.
En términos de logística, cree que la región, por su ubicación geográfica, está llamada a convertirse en un eje de integración multimodal norte-sur y este-oeste, no solo del país, sino de la región, por medio de carreteras, ferrovías, hidrovías así como el modo aéreo.
“Esta visión de desarrollo de la industria logística complementa la vocación agropecuaria y agroindustrial de la región, creando una nueva industria de servicios a la carga no solo boliviana, sino a la carga en tránsito desde países vecinos a ultramar y viceversa”, dijo.
La hoja de ruta del desarrollo cruceño al 2050 propuesta por la Cainco apunta a la mejora de la calidad de vida de la población; a dar un mayor valor agregado y complejidad a la producción; precautelar el medioambiente; avanzar en el desarrollo social, mejorando el acceso a la salud y educación, como el desafío más importante, y, la tecnología, para hacer de Santa Cruz de la Sierra una ciudad inteligente.
Para el presidente del Colegio de Economistas de Santa Cruz, Juan Pablo Suárez, el modelo económico cruceño es el resultado de una combinación de libertad económica y de asociación, integración y apertura a la inmigración e institucionalidad cívica-empresarial.