El presidente de la CNC, Fernando Cáceres, afirmó que el sector privado está consciente de que aún «es necesario” incrementar la inversión; sin embargo, señaló que los empresarios tienen un clima de inversiones «adverso”.
Tenemos que lidiar con la justicia, los costos laborales, la inamovilidad laboral, la falta de certeza tributaria, la excesiva regulación, entre otros aspectos. Hay la necesidad de mejorar el clima de inversiones”, enfatizó durante la inauguración del evento que se realizó el miércoles 16, en el que participaron autoridades de Gobierno, expertos del Banco Mundial (BM), CAF y el Inesad.
Agregó que, según varios rankings, sobre la facilidad de hacer negocios y competitividad internacional, Bolivia aparece en los últimos lugares en comparación a países de la región y del mundo.
Álvaro Quijandria, economista que integra la Práctica Global de Competitividad y Comercio del BM en América Latina y el Caribe, durante su intervención, destacó que Bolivia registró un crecimiento elevado durante los últimos 10 años, impulsado por el buen contexto internacional, la demanda interna y, en especial, por la inversión pública.
No obstante, alertó que en la nueva coyuntura existen riesgos para la «sostenibilidad” económica, que se traducen en la caída de los precios del petróleo, la baja inversión en exploración en gas y minería y una vulnerabilidad frente a desastres naturales, que hace más urgente la necesidad de diversificación.
Bolivia tiene una muy baja tasa de inversión privada, pese al elevado monto en inversión pública. La opinión de los empresarios es que los procedimientos burocráticos complejos es una de las mayores limitaciones a la competitividad reportadas por empresarios nacionales”, observó Quijandria.
Señaló que las empresas de Europa o Asia Central, que se consolidan en el mercado, aumentan su antigüedad y a la vez crece el número de empleados. Mientras que en Bolivia, pese a que las compañías tienen 20 años de vida, continúan con el mismo número de empleados.
La investigadora del Inesad, Beatriz Muriel, explicó que diferentes indicadores muestran que Bolivia tiene una norma laboral con muchas exigencias y esto ocasiona una menor demanda de empleo formal, mayor precarización laboral y un peor clima de inversiones, en el que parece mejor importar que producir.
Esto ha hecho que el porcentaje de trabajadores al margen de la norma sea elevado. Los empleados que reciben aguinaldo, tienen protección social (seguro de salud y pensiones) y están en planilla solamente alcanzan al 8,2% de los trabajadores del país.
Ante este panorama sugirió incentivar el sector formal y desincentivar la economía informal con mayor fiscalización.
Daniel Lederman, jefe adjunto para América Latina y el Caribe del BM, destacó que un mayor requerimiento de parte de China impactó en la economía global a través del incremento de las exportaciones de manufacturas, que principalmente favoreció en la bonanza de América del Sur.
En el caso de América Latina, no pudo integrarse en las grandes cadenas de valor. «No logró desarrollar patrones comerciales y de inversión directa extranjera más conducentes al aprendizaje y progreso tecnológico”, consideró.
El director de Desarrollo Productivo de la CAF, Juan Carlos Elorza, quien expuso sobre el entorno de negocios, resaltó el buen desempeño que tuvo Bolivia en los últimos años, una tasa de crecimiento, la inversión pública, aunque también la baja de precios de materias primas hizo que registre un déficit comercial.
En términos de competitividad, Bolivia se encuentra en los últimos lugares del mundo y la región. Tanto si se toman los datos del informe del Banco Mundial Doing Business, como los de competitividad del World Economic Forum”, mencionó.
La ministra de Desarrollo Productivo, Verónica Ramos, aseguró que hay un clima de estabilidad y crecimiento de la economía nacional, que permiten un ambiente propicio para las inversiones.
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