Empezó desde abajo. Hace 27 años, cuando era un joven y no había ingresado a la universidad, llegó a las filas de Finning (el distribuidor más grande del mundo de equipos y repuestos Caterpillar), empresa en la que desarrolló su profesión, aprendió de otros y también ‘desaprendió’ para ir construyendo una carrera que lo llevó a distintas áreas de la compañía. Hoy, con 46 años de edad, Juan Pablo Amar es el nuevo presidente ejecutivo de Finning Sudamérica y habló de la estrategia de la compañía en un escenario de incertidumbre regional.
Como en todo negocio hay incertidumbre y volatilidad, no solo en Bolivia. Estamos contentos con el desarrollo y el foco que tenemos en nuestra gente; es decir, con el nivel de competencia que tienen para acompañar a nuestros clientes en los sectores en los que participamos.
Entonces, ahora nos abocamos a la parte técnica para dar ese soporte, eso hace más relevante nuestra labor. Trabajamos principalmente con las industrias energética, la minera y construcción (obras civiles).
Para nadie es un misterio de que hay incertidumbre y los crecimientos serán pequeños o incluso planos o decaerán, como en Argentina las condiciones son complejas y hay un impacto negativo en la actividad. Sin embargo, hay una oportunidad grande desde el punto de vista en que los gobiernos buscan aumentar la competitividad a escala país y eso incluye inversiones en infraestructura (carreteras, puertos, aeropuertos y otros). Más allá de que hay menos ingresos, las oportunidades estarán presentes y nosotros estamos atentos para participar y dar el soporte técnico.
Buscamos profundizar en el tema tecnológico en los equipos. Ese es un tema importante e implica la conversión de la gente en la industria, ya que se requieren nuevas capacidades. Buscamos un mejor desempeño de máquinas y equipos con el ahorro de tiempo combustible o tomando en cuenta el impacto ambiental. Eso nos da una ventaja competitiva porque impactamos positivamente en la reducción de costos y la productividad de nuestros clientes.
Ahora ellos tienen la facultad de monitorear sus equipos en línea y verlos funcionando en el terreno.
Eso es fundamental y parte de nuestra estrategia. Tenemos 14.000 máquinas conectadas y sabemos qué ocurre con cada una, algo que la competencia no tiene. Toda la tecnología aplicada al negocio es importante. Y nos enfocaremos en el ‘after market’ para dar soporte y resolver cualquier inconveniente.
En Bolivia tenemos 2.000 máquinas conectadas. En los últimos cuatro años el mercado estuvo a la baja por la cantidad de equipos que se importan y se distribuyen. Para nosotros es importante mantener el liderazgo y con el foco en la diferenciación podremos mantener nuestra estabilidad. Bolivia representa el 5% de los negocios de Finning en Sudamérica y en el país tenemos el 45% de participación; esperamos llegar al 50%.
Aquí hay oportunidades para mejorar la competitividad, Bolivia no puede darse el lujo de esperar a invertir en infraestructura pública, lo mismo ocurre en los otros países de la región. El nuevo Gobierno boliviano necesitará tiempo para analizar nuevos proyectos, pero estamos tranquilos porque nuestra apuesta por el país es de largo plazo.
Tenemos un buen posicionamiento, con sucursales en varias ciudades, así que nuestras inversiones no van por ahí.
La inversión principal es en nuestra gente. También seguiremos apostando por el comercio electrónico. Asimismo, nuestros equipos seguirán incorporando tecnología para estar cerca del cliente y que éste aún estando a 1.000 kilómetros pueda conocer los detalles de sus máquinas. También nos interesa mucho el tema de otorgar seguridad y contamos con elementos que reducen los riesgos.
Vemos que surgirán competidores locales y habrá oportunidades para que la participación de mercado crezca. Estamos abiertos a generar nuevos negocios. Por otro lado, desde la parte interna apostamos por la diversidad y la inclusión. En Bolivia tenemos un equipo en el que el 18% son mujeres (en una industria en la que siempre predominó la presencia masculina).