En el momento exacto en el que cualquier persona llega a la puerta de La Huerta, Govinda Rivera ofrece una sonrisa y saluda con cariño al cliente. Sabe que cada persona que ingresa a su emprendimiento debe ser bien recibida. El cliente no siempre tiene la razón, pero sí tiene que ser bien atendido.
Es un libro de salud alimenticia andando por su tienda en Sopocachi, a cuadra y media de la plaza Abaroa. Explica, a quien le pregunte, la importancia de los alimentos sin gluten y habla con cariño de lo deliciosos que son los alfajores nacionales de los productores nacionales.
Tiene 30 años y hace cinco que abrió su negocio. Hoy cuenta con tres tiendas abiertas (dos en Santa Cruz y una en La Paz) y en un par de semanas estrenará una nueva sucursal en Calacoto. En mayo fue a capacitarse en la creación de proyectos propios en Estados Unidos y ahora que está de retorno en el país tiene mil planes por delante. Quiere comerse a la vida… de forma saludable, claro.
Govinda aprendió a valorar la comida saludable en casa. Cuenta. “Soy vegetariana de nacimiento, yo y todos mis hermanos nacimos con esta alimentación. Tenemos una alimentación no convencional y con una dieta bien balanceada para que no falten ni proteínas ni hierro”.
Estudió en la Escuela de la Producción y la Competitividad, de la Universidad Católica Boliviana. Ahí comenzó a trazar una idea de lo que quería para su vida profesional. Su tesis de grado fue un estudio sobre la base de los factores de éxito o fracaso de los emprendimientos en La Paz. Descubrió los errores y aciertos de los emprendedores y ya para entonces la idea de crear La Huerta cobraba más fuerza.
Ingresó a trabajar en la unidad de exportaciones de una empresa, en la cual le dieron la tarea de buscar y abrir mercados en Europa para las galletas sin gluten. Aprendió lo que eran las certificaciones orgánicas, las necesidades del mercado exterior y conoció las potencialidades del producto nacional.
Así, un lustro atrás se decidió a ponerle alas a su proyecto y La Huerta comenzó a volar.
Le tomó unos dos meses elaborar el plan de negocios y después se convirtió en una mujer orquesta. “Durante un par de meses yo era absolutamente todo: era dueña, cajera, encargada de marketing, me ocupaba de las redes sociales, de hacer las compras y trabajaba en la limpieza del lugar. Fue la época en la que más crecimiento logró La Huerta y eso que no tenía ni un 20 por ciento en variedad de lo que hay ahora”.
Cinco años atrás no había tantas ferias de productos y los proveedores no tenían muchas opciones para hacer conocer sus cosechas. La creación de este espacio les sirvió a ellos para presentarse al mercado. Los compradores abundan, puesto que en las ciudades se busca acceder a una alimentación diferente, más sana, principalmente.
La tienda se hizo conocer. Los clientes comenzaron a visitar el negocio y había gente que desde la zona Sur iba hasta Sopocachi a comprar los productos de La Huerta. Otros hacían pedidos desde Santa Cruz y Govinda ya no daba abasto para trabajar sola.
Abrió una sucursal en la calle 21 de Calacoto durante tres años. La tienda cerró y ahora volverá a inaugurarse un espacio más acogedor. Además, La Huerta tiene otras dos sucursales en Santa Cruz, una está en Equipetrol y la otra en Los Cussis, el hermano de Govinda se sumó al negocio.
No es sólo un negocio familiar. La Huerta brinda trabajo a una decena de personas; además se “alimenta” de los productos de al menos 250 proveedores del país. “Trabajamos con proveedores de Cochabamba, Tarija (hay maravillas en lácteos allí), Santa Cruz, Potosí, La Paz y Sucre”, explica Rivera en su tienda de Sopocachi.
Por ahora la apuesta principal es la cosmética, los alimentos y verduras ecológicas, las proteínas, los superalimentos… los productos sin gluten, sin azúcar. Cuenta que debe saber distinguir entre las necesidades del mercado cruceño y el paceño.
En ambos sitios hay “especialidades” para satisfacer a sus clientes locales.
El año pasado Govinda ingresó al Programa de Liderazgo Emprendimiento & Innovación (PLEI), de Bolivia Emprende. Tomó clases un par de meses y conoció algunos mecanismos empresariales para hacer más fuerte a su marca: La Huerta.
La directora del proyecto, Allison Silva, postuló el perfil de Govinda al programa Fortune – U.S. Department of State Global Women’s Mentoring Partnership…. Y su proyecto fue aprobado. Con la ayuda de la embajada de Estados Unidos, ella viajó al país del norte a capacitarse.
“Este programa selecciona líderes emergentes de los países participantes y busca fortalecer sus herramientas profesionales y personales. Se hizo énfasis en la vida personal y en las habilidades de liderazgo”, refiere la mujer que hizo amistades de Egipto, Ghana, Guatemala, Sudáfrica y Turquía, entre otras nacionalidades.
Govinda dice: “He sido la única boliviana seleccionada (en 2022). Esta fue la versión número 17 y en el pasado sólo hubo tres bolivianas, la última fue el 2009, creo”.
Estuvo aprendiendo un tiempo en Washington y otro en Nueva York; pero la parte más fuerte de sus enseñanzas la recibió en Chicago. Allí conoció de cerca el funcionamiento de la empresa Abbott, su mentora fue Andrea Wainer, quien es la vicepresidenta de la compañía farmacéutica.
Incluso llegó a recibir algunas lecciones de Wendy Sherman, la subsecretaria de Estado de la Casa Blanca; una mujer de la esfera de poder estadounidense.
La duración del curso fue hasta el sábado 28 de mayo. Cuenta que retornó al país con las energías recargadas. “Necesitaba alejarme un poco de las tiendas. Es cansador y desafiante emprender en el país, pues no hay incentivos”, comenta.
Las tareas siguen y suman. Está casi lista la reapertura de un nuevo local en Calacoto y también se diseña un plan para tener sucursales en las ciudades capitales del país. Y luego, por qué no, ir a mercados extranjeros. “Hay clientes a quienes les hacemos envíos por encomiendas, pero no es lo mismo que ellos se acerquen a un local. Otro de nuestros objetivos en la producción, queremos tener una línea de productos de La Huerta para completar así nuestra oferta”.
Explica que ella no busca crear una competencia con los productores, al contrario habla de los proveedores como aliados de su emprendimiento.
Y va por más. Rivera nunca pensó en quedarse sólo con la creación de una tienda. “La Huerta es mi bebé pero no significa que sea la única actividad que voy a tener. Pienso que puede haber otras actividades paralelas con la misma línea de bienestar; pero también busco tener otro tipo de impacto”, refiere.
Tiene 30 años y va camino a ser una experta en el mundo emprendedor. Con su negocio enfrentó a la crisis política de finales del 2019 y después sobrevivió a la pandemia que entre 2020 y 2021 fue letal para muchos negocios. Ella y su propuesta permanecen en pie. Es más, sueña con un día poder ayudar a otras mujeres jóvenes que buscan hacer realidad sus iniciativas económicas.
Aunque las condiciones son adversas y muchas veces dan ganas de botar la toalla de la innovación, ella dice que es necesario no rendirse. Explica: “No hay que dejar de soñar. Todo lo bueno cuesta mucho y no es fácil… eso no hay que olvidar. Cualquier cosa que valga la pena debe tener trabajo duro detrás”.
Recomienda que los nuevos emprendedores tengan la ayuda de mentores y gente capacitada en el mundo empresarial. Explica que los errores son costosos para quienes empiezan a invertir.
Sin embargo, Govinda se toma una licencia y se permite dar un consejo para quienes buscan emprender. Cuenta que el trabajo no debe poner de lado las metas personales. “Es importante cuidarse, el bienestar de cada uno es básico y se debe evitar la ansiedad y el estrés. Con todos los emprendedores que he conocido hablamos el mismo idioma porque nos hemos estresado para sacar adelante nuestros negocios. Aprendimos que es importante cuidarse como prioridad. Por más increíble y hermoso que sea tu proyecto como emprendedor, no vale nada si éste te quita la salud mental y física”, explica la paceña.
Ella aprendió la lección y trata de evitar la ansiedad y el estrés. Sabe que va a conseguir sus metas. Solo necesita paciencia y mucho trabajo.
Mientras tanto, los clientes llegan a La Huerta y caminan por los pasillos. Govinda los atiende con una sonrisa llena de vida… una sonrisa saludable.