A pesar de las nubes y el viento que levanta polvareda, el clima es benigno para un paseo por los campos. La temperatura ha bajado un poco y el siguiente grupo está listo para hacer el recorrido de dos horas.
“Este recorrido está pensado para que ustedes, los productores, puedan aprender, actualizar o reforzar algunas nociones que los ayudarán a cultivar mejor sus tierras”, dice la anfitriona. Reparte botellas de agua entre los presentes y los invita a seguir al guía que espera en la entrada de la carpa.
Todos los años, desde hace 26, la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo) organiza en su Centro Experimental (CEA-2) en Cuatro Cañadas, Santa Cruz, la Exposoya. Este evento reúne productores del norte y del este del departamento de Santa Cruz con proveedores de semillas, fertilizantes, agroquímicos, maquinaria y equipos, pero también con expertos y científicos, que comparten información valiosa sobre la mejor manera de manejar sus cultivos.
La feria misma está dividida en dos: el área de exposición, en la cual las imponentes máquinas hacen ver al más alto de los asistentes como una hormiga; y los campos de transferencia tecnológica, con parcelas de diferentes tipos de soya, maíz y sorgo.
La soya es el tercer producto de exportación más importante de Bolivia, sólo detrás del gas natural y los minerales. Es más, el grano de oro y sus derivados representan cerca del 35% de las exportaciones no tradicionales del país.
Es por su importancia y valor, que cerca de un millón de hectáreas del área agrícola de Santa Cruz se destinan al cultivo de la oleaginosa, principalmente al este y al norte del departamento.
“Lo que yo quiero saber es si esta variedad podrá soportar la falta de lluvias mejor que la que tengo en mi tierra”, pregunta Elber Cifuentes, un productor del norte, preocupado por las pérdidas que sufrió en anteriores campañas.
No es la primera vez que Elber visita el CEA-2 para la feria. De hecho, se ha convertido en su tradición personal a lo largo de los años, pero sí es la primera vez que trae a su hijo de 14 años, Jonathan, a la feria. Quiere que aprenda todo lo posible.
Jonathan, bajo el brazo de su padre, asiente y pone atención a las explicaciones de los expertos. Aunque parece aburrido por momentos, se emociona cuando examina las plantas. “Mira, papá, estas plantas tienen más tallos que las nuestras. ¿Será que este año las plantamos en invierno?” pregunta, mientras pide que alguien le saque una foto junto a la vigorosa soya que crece a su lado.
Las primeras paradas en la feria están dedicadas a proyectos de mejoramiento de la soya, también a los puestos de uso responsable de agroquímicos y fertilizantes, y a escoger la mejor semilla para las condiciones propias de clima y suelo.
“Tenemos aquí variedades que son mejores para la campaña de verano; otras, para invierno, porque las condiciones en las dos estaciones no son las mismas. La cantidad de agua disponible o el momento de la siembra y la duración del ciclo son todo para lograr una cosecha exitosa”, explica un técnico del Centro de Investigación Agrícola Tropical (CIAT).
La pregunta del millón, la que se repite en cada una de las estaciones de la primera parte del recorrido, es “¿Cuánto rinde esta variedad?”.
El rendimiento de la soya, según los expertos, se mide por dos factores: la cantidad de granos en la vaina y el peso de los granos cosechados por hectárea. Lo ideal es que tenga un número alto de granos en la vaina (entre tres, cuatro y cinco) y que otorgue un rendimiento de tres a cuatro toneladas por hectárea.
Después de las plantas de soya, los visitantes se ven de pronto rodeados de altas espigas de sorgo, de amarillos maizales y enormes girasoles que asoman desde las parcelas como si fueran lámparas.
Estas tres plantas, muy distintas en características, guardan una relación muy cercana con la oleaginosa, principalmente porque permiten la rotación de cultivos y el mantenimiento de los suelos.
“No se puede cultivar sólo soya porque la tierra se degrada y el rendimiento cae. Es necesario rotar su cultivo con otro que permita la regeneración del suelo; ahí es donde entran estas tres plantas”, señala otro de los técnicos.
Una de las maneras más interesantes de aprovechar los cultivos es dejar los tallos luego de su cosecha, de manera que protejan el suelo de la exposición directa al sol.
“Lo que se busca es mantener la humedad y no dejar que se seque. También la fibra se descompone y brinda nutrientes a las nuevas plantas”, explica un folleto informativo de Anapo.
En la Exposoya 2020 se presentaron cinco nuevas variedades de soya, las cuales, además de mejorar el rendimiento, tienen propiedades como resistencia a la sequía, a las enfermedades y ciclos cortos o intermedios de maduración y cosecha. Éstas fueron lanzadas por los centros tecnológicos CIAT y Fundacruz, así como las empresas Lealsem e Inbio.
“Las nuevas variedades son la culminación de años de trabajo, al menos siete, en los que se trata de combinar las mejores características de las plantas , cruzándolas en ambientes controlados y adaptándolas a las condiciones que tenemos en las zonas productivas. Eso es muy importante, ya que de nada sirve traer una semilla de otro país que tenga diferentes condiciones”, expone Mario Porcel, gerente técnico de Fundacruz, una institución creada por las empresas productoras de soya para desarrollar nuevas tecnologías en el cultivo.
Más allá de las chatas plantas de soya, las espigas de los sorgos de grano y forrajero se alzaban más que los más altos menonitas que paseaban, como uniformados por los puestos de información.
Vestidos casi invariablemente con overoles de mezclilla y camisas a cuadros, no se mezclan demasiado con el resto de los visitantes.
Muchos, sobre todo los más jóvenes, siguen con atención las explicaciones de los expertos sobre la rotación de cultivos, la aplicación de pesticidas, el uso de fertilizantes. Comentan entre ellos en el dialecto derivado del alemán que utilizan en su vida diaria.
No es que los mayores no estuvieran interesados en la transferencia de conocimientos sobre los cultivos de rotación, pero había otras cosas en la feria que atrapaban más su atención.
Conocidos por habilidosos, los menonitas tienen, al parecer, un talento innato para las labores manuales y la construcción de maquinaria y estructuras. Así que no era raro verlos en el patio de maquinarias, estudiando detalle por detalle las herramientas y máquinas que allí estaban.
De acuerdo con los locales, los menonitas son expertos para replicar tecnologías, les basta un vistazo para descifrar los enigmas del diseño industrial de los equipos especializados. Prueba de esto es una fábrica a algunos kilómetros del CEA-2, donde se producen máquinas y herramientas agrícolas.
Fuente: Fundacruz