Comenzamos en la casa, en nuestros bañadores, yo ponía los ingredientes, mientras ella removía”. Así evoca Germán Montaño los primeros días de trabajo en el emprendimiento que en 2010 comenzó con su esposa, María Teresa Céspedes.
En 2008, Montaño, a sus 48 años de edad, decidió «cambiar la imagen de los novidentes en el país”. Quería que la gente deje de ver a personas como él como incapaces de emprender negocios propios en Bolivia o como si no pudieran ejercer en cualquier tipo de trabajo.
Él y su esposa habían sido capacitados por ingenieros de la Cooperativa Rural de Electrificación (CRE), desde 2007, junto a otros 30 novidentes, en la elaboración de insumos de limpieza. Pero sólo los dos llevaron a la práctica la convicción de ser emprendedores de Bolivia.
Montaño y su esposa, como la mayoría de las personas con capacidades diferentes en Bolivia, se habían topado con la amarga realidad de empresas e instituciones de Bolivia que les cerraban las opciones de empleo. Estaban cansados de sufrir por falta de ingresos y, cuando aún eran novios, hicieron las primeras pruebas de fabricación.
La primera producción de su industria fue posible en 2008, junto con la consolidación del matrimonio Montaño Cáceres, según cuenta María Teresa, quien rememora que el primer producto fue su lavavajillas hecho en base a sábila.
Pero fue en 2010, cuando por fin comenzaron la venta oficial con todos los registros y permisos que manda la normativa en el país, bajo el nombre de Industrias MAGER, con el que se quedaron luego de tres opciones que fueron negadas por Fundempresa, puesto que ya habían sido utilizadas por otros negocios.
Tal vez la parte de los trámites fue la más complicada para nosotros, pero yo creo que para todo eso es moroso y complicado. Yo creo que los desafíos son los mismos para todos los emprendedores de Bolivia”, asegura Germán.
Al ver el ímpetu de la nueva pareja, los familiares de María Teresa tuvieron la atinada idea de fabricar una máquina con sensores especiales para ellos, que les facilitó el trabajo. Suena cuando lo procesos están listos.
Al lavavajillas de sábila le siguió el jabón líquido de manos, cuyo ingrediente principal es la miel de abeja. «Nuestros productos se diferencian de otros de su especie porque usamos ingredientes que no sean nocivos para la piel y que más bien cumplan funciones desinfectantes naturales”, remarca Montaño.
Gracias a las características especiales de sus productos y su efectividad, la empresa boliviana tuvo un rápido crecimiento y pasó de una producción de 20 litros por mes a sus actuales 600 litros.
Eso también les valió la obtención de una serie de premios en sus participaciones en ferias y exposiciones, como la de Fundempresa en 2011, en la cual les otorgaron el trofeo Embajadores del Emprendimiento.
Su clientela la conforman hoteles, empresas e instituciones que operan en Santa Cruz y también algunos centros de abasto.
El año pasado el producto incursionó en el mercado paceño, pero debido a las dificultades y el costo de transporte decidieron parar los envíos; en la actualidad, analizan las mejores posibilidades para volver.
Para este año, la meta es el lanzamiento de un desengrasante líquido multiuso (para limpiar pisos, muebles y aparatos) en cuya elaboración reciben la guía de ingenieros y docentes de universidades cruceñas.
Los productos de MAGER llegaban a sus clientes en botellas de gaseosas, pero con el éxito que lograron, la empresa decidió adquirir envases de 1,2 y cinco litros.
Germán afirma que si bien comenzaron sólo los dos, ahora cuentan con el apoyo de otras dos personas y esperan contratar tres o cuatro más este año, ya que otro de los retos es llegar a una producción de hasta 5.000 litros de producción al mes.
Nuestra intención siempre será dar oportunidad a gente de escasos recursos que de verdad necesita trabajar y no encuentra oportunidades en las empresas”, reflexiona Germán.
Germán Montaño y María Teresa Céspedes, los dueños de Industrias MAGER, participan en las ferias y exposiciones que se realizan no sólo en Santa Cruz, sino también en el resto del país.
Esa participación les ha permitido dar a conocer su emprendimiento boliviano y que sus productos sean valorados como una buena opción en insumos de higiene.
Pero, además, la asistencia a este tipo de eventos los ha llenado de galardones.
Germán recuerda cómo fueron los primeros días de trabajo, desde las 7:00 hasta las 2:00 del día siguiente, y su esposa afirma que para ellos cuando se quiere, se puede y que los emprendedores nunca deben perder la fe.
La fe hace visible lo invisible”, expresa Céspedes, la ejemplar empresaria.