A principios del año pasado, Jacqueline Lafuente se acercó al padre de la Iglesia de La Merced, en la ciudad de Sucre, para solicitarle el alquiler de un espacio para instalar una tienda.
La idea había surgido a partir de una convocatoria pública para planes que propongan otros usos de los ambientes de las iglesias católicas, de tal modo que tuvieran ingresos que les permitieran cubrir sus gastos.
El emprendimiento boliviano, Q’ankunapaq (Para ustedes, en quechua) Artesanías y Diseño abrió sus puertas al público el 9 de febrero de 2013, con un pequeño stock de prendas de vestir de diseño exclusivo con aguayo, bayeta, bordados y tejido a crochet.
Mi emprendimiento fue muy particular porque yo empecé al revés, monté la tienda y luego me preocupé por el producto, fue la inexperiencia de abrir un negocio”, recuerda Jacqueline Gicela Lafuente Covarrubias, quien además de atender su empresa en Bolivia, es arquitecta.
Esta emprendedora chuquisaqueña surtió su tienda con productos únicos que no buscan ser elementos decorativos o disfraces, sino prendas elegantes y con identidad boliviana.
En el mercado actual de las artesanías, dice Lafuente, se comercializan productos elaborados en serie. «Pero a veces no se tiene buen gusto, porque más de un cliente me dice que se siente disfrazado por lo que oferta el mercado”, explica.
Por ello, la propuesta de la tienda no es disfrazar a la gente, sino que luzca una prenda exclusiva que a la vez la identifique y que se distinga de dónde la compró.
Algunos meses después de abrir su negocio, ganó uno de los premios Emprendeideas 2013, otorgados por la fundación que es parte del brazo de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) de la Sociedad Boliviana de Cemento (Soboce) y resalta que para ella hubiera sido imposible impulsar el crecimiento de su emprendimiento sola.
Asegura que «gracias a Dios” cuenta con un equipo de trabajo compuesto por señoras que en muchos casos son madres y elaboran las exclusivas prendas en sus casas con la supervisión de Jacqueline.
Más de una prenda en la tienda de Lafuente, cuyos precios van de 80 a 1.800 bolivianos, tiene de dos a tres usos; si uno se lleva -por ejemplo- una bufanda, a la vez habrá adquirido un gorro y una mantilla, debido a la versatilidad del diseño del producto.
Al emprender un negocio en Bolivia hay que tener la idea clara, saber lo que uno quiere hacer y, fundamentalmente, informarse sobre qué supone un emprendimiento, capacitarse, esforzarse porque supone mucho trabajo, al principio uno es el jefe, el que limpia el piso, el que atiende, somos todólogos”, afirma Jacqueline Lafuente, propietaria de la tienda de prendas exclusivas de diseño artesanal Q’ankunapaq.
Ella aconseja que la preparación implica dejar los prejuicios de lado. «Uno debe ser capaz de ponerse la camiseta y dar la cara y vender aquello que está produciendo, o cumplir con todo lo que supone un emprendimiento, como pagar a tiempo las prendas acabadas, los alquileres o mantener limpia la tienda y dar un trato excelente, así no lleven nada, de eso se trata”, explica.
Lamenta que en Bolivia se trate mal a la gente y bien sólo si el cliente compra. Recomienda un cambio de mentalidad, pues cuando uno emprende se expone a todo tipo de público, «desde el que aprecia lo que hacemos hasta a quien le parece que todo lo que ve en una tienda no le sirve para nada”.
Para ella un emprendimiento boliviano no se trata de sólo vender algo, sino de saber cómo venderlo.