Roberto Artavia es presidente de VIVA Trust y de la Fundación Latinoamérica Posible estuvo en Cochabamba invitado a una charla sobre sostenibilidad organizada por la Universidad Privada Boliviana (UPB). En esta entrevista con Los Tiempos, concluye que, pese a todo y a diferencia del resto del mundo, Bolivia aún tiene abundantes recursos naturales, pero hay que cambiar ciertos patrones.
La biocapacidad de Bolivia supera por mucho al consumo de recursos. Bolivia tiene un balance ecológico positivo, una de las pocas naciones del mundo que lo mantiene. Tiene una demografía muy pequeña para un territorio, que además es riquísimo en biodiversidad, disponibilidad de agua, topografía y muchos microclimas diferentes.
La biocapacidad (la capacidad de la naturaleza de regenerar el consumo en un año) nos dice que en Bolivia hay 16 hectáreas de la combinación de recursos por persona. Cada boliviano consume 3,1 hectáreas por año, cuando un norteamericano o un suizo consumen nueve, y un escandinavo, seis. Bolivia puede darse el lujo de duplicar su consumo per cápita y todavía tener un margen positivo.
De sostenibilidad, de ecoeficiencia, utilizando mejor el agua, produciendo más la tierra, plantando más árboles. Esa biocapacidad puede ser aún mayor y hacer a los bolivianos incluso más ricos en términos ambientales.
Así es. Es precisamente la tragedia en el mundo, que no es tragedia en Bolivia. Es una oportunidad de no sólo consolidar esa situación, sino crear un modelo donde Bolivia pueda compartir su riqueza con el resto de la humanidad, obviamente como una transacción comercial.
Lo primero es cambiar los parámetros y todo lo que medimos, datos de progreso real, desempeño ambiental, balance ecológico, productividad y competitividad. Podemos sacar el doble de gas al año y creer que hemos crecido, pero eso no nos dice nada de la calidad de vida, sostenibilidad u otros. Lo segundo, cambiar las estructuras de decisión. Hay que ir hacia los gobiernos corporativos y modernizar la institucionalidad. Lo tercero, asegurarnos de que cada vez que tomamos una decisión, se mida en ese marco de triple línea de base: impacto económico, social y ambiental.
Todos los días en este país, gobernantes y empresarios toman decisiones que destruyen valor porque no tienen el marco y la información correcta. Si no logramos demostrar que el valor que estamos creando con esta decisión supera sus costos de oportunidad, ambientales y sociales, no se debe tomar esa decisión.
El mismo. El mundo del futuro es de colaboración, una agenda alineada entre país, gobierno, empresas, consumidores. Si no logramos colaboración interna, cómo vamos a competir con Estados Unidos, China, Australia, que son inmensamente ricos en recursos, pero que están organizados, tienen tecnología, organización y sistemas. El problema en Latinoamérica es que hay mucho conflicto entre empresas y gobierno, sociedad y empresas, hombres y mujeres, viejos y jóvenes.
No sé qué decirle. La respuesta debería ser sí, en sus computadoras, teléfonos y se los hemos mandado en libros por años. El problema es que no toman las decisiones con base a datos, información y conceptos, sino en base a una lucha por el poder.
Otra recomendación es una reforma educativa total y profunda. “Que cada niño y joven tenga la oportunidad de desarrollar su pleno potencial individual”.
“Hoy no lo estamos logrando. En Bolivia, más de la mitad no completa su educación y si lo hacen es en un sistema educativo del tercer mundo, y con eso no vamos a competir en una economía global, y menos a ser sostenibles”.