El reporte Índice de Inclusión Financiera realizado por Credicorp tiene el objetivo principal de desarrollar un índice de inclusión financiera en Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, México, Panamá y Perú, representativo de cada país a nivel urbano y rural.
Existen diversas definiciones de inclusión financiera, pues es un concepto multidimensional y complejo, cuya información se puede recoger de dos tipos de fuentes: del lado de la oferta (procedente de encuestas aplicadas a instituciones financieras, reguladores y supervisores financieros) o del lado de la demanda (encuestas aplicadas en hogares a la población en general).
Tanto desde el lado de la oferta como de la demanda, las dimensiones ‘acceso’ y ‘uso’ están presentes en la
mayor parte de mediciones de inclusión financiera.
Capacidad o posibilidad de los individuos para poder usar o acceder a servicios financieros formales.
Intensidad, frecuencia y permanencia del empleo o utilización de servicios y productos financieros.
Adecuación, adaptación y relevancia que tienen los servicios y productos financieros para satisfacer las
necesidades.
Muestra resumen de las principales variables recogidas en cada país:
Bancarización solo hace referencia al acceso a los servicios financieros bancarios, inclusión considera otros aspectos de integración al sistema.
Consiste en un proceso por el cual las personas mejoran su comprensión de los productos y conceptos financieros, desarrollando las habilidades, actitudes y confianza para ser más conscientes de los riesgos financieros y las oportunidades para tomar decisiones informadas. El presente índice no aborda esta dimensión, dado que suele ser parte de las discusiones en estadíos más avanzados de inclusión financiera.
El índice desarrollado incorpora productos digitales tanto en las dimensiones de acceso, uso y calidad percibida, pero no considera factores exógenos al sistema financiero como el acceso de internet y la cantidad de smartphones.
Con el fin de contribuir con el bienestar de las personas y en un esfuerzo por innovar en los estudios sobre esta temática, el IIF se desarrolla desde el lado de la demanda a partir de estas tres dimensiones. Así, esta investigación es un primer esfuerzo en la región para medir la inclusión financiera desde la demanda, incluida la dimensión calidad percibida con sus diversos componentes.
La dimensión acceso está compuesta por tres subdimensiones: infraestructura financiera, conocimiento de productos y tenencia de productos, las cuales abordan información sobre los puntos de atención presenciales, conocimientos de productos financieros formales, productos de ahorro/crédito, razones (barreras) para no tener productos financieros, entre otros. En esta dimensión se incorporan el conocimiento y la tenencia de productos digitales, aspectos claves
para el desarrollo de la inclusión financiera.
La dimensión uso está formada por tres subdimensiones: transacciones básicas, ingresos y ahorros, las que muestran información sobre los medios de pago, frecuencia de uso de productos, medios para realizar transferencias, fuentes de ingreso, medios de recepción de ingresos, medios de ahorro, entre otros. En esta dimensión también se recoge información sobre el uso de productos digitales, cuya presencia ha aumentado durante los últimos años.
La dimensión calidad percibida se compone de dos subdimensiones: confianza en el sistema financiero y calidad del sistema, las que tratan sobre la calificación de las entidades financieras en rubros como imagen general, facilidad para
obtener productos, amplitud de la red de atención física, variedad de productos ofrecidos, costos a los usuarios, entre otros.
Al revisar de forma agregada los resultados, se encontró una serie de desafíos comunes para los 7 países, los cuales se relacionan con variables como la educación, género, edad y zona de residencia. Respecto a la primera variable se evidenció que, a mayor nivel educativo de las personas, mayor inclusión financiera. Por ejemplo, quienes tienen estudios universitarios alcanzan un puntaje de 55.1, por encima de aquellos con estudios técnicos (45.5) o de educación secundaria (36.4).
Respecto al género, los datos expresan que los hombres tienen una mayor inclusión financiera frente a las mujeres, con puntajes de 41 y 35.9, respectivamente. En relación con la edad, las personas mayores suelen tener menores niveles de inclusión: para el rango de edad entre 26 y 42 años el puntaje es 42, mientras que para los mayores de 60 años el puntaje es de 29.6.
Por último, de acuerdo con el IIF, vivir en ámbitos rurales y urbanos es un condicionante de la inclusión financiera en todos los países, principalmente en la dimensión de uso, en la que se observa una diferencia de 11 puntos entre el ámbito urbano (26.9) y el ámbito rural (15.9).
Según el IIF de Credicorp, Bolivia obtuvo un puntaje de 38.9, ligeramente por encima del promedio regional (38.3) y se ubica a la mitad del ránking en las dimensiones de acceso (39.3) y de calidad percibida (56.9). Sin embargo, tiene el más bajo nivel de la región en la dimensión de uso (20.7).
Esta dimensión analiza la confianza y calidad de los productos financieros disponibles. Bolivia se ubica en el cuarto lugar del ránking en la dimensión de calidad percibida con un puntaje de 56.9. En un rango del 1 al 5, los bolivianos calificaron la confianza en su sistema financiero formal con un promedio de 3.22, la segunda evaluación más alta de la región, luego de Panamá (3.65). Asimismo, respecto a la imagen que tienen las instituciones financieras, Bolivia se ubica entre los tres países de la región con mejor percepción. En un rango del 1 al 5, Bolivia obtiene un 3.17 de 5.0 en la evaluación general de la imagen de las instituciones financieras. Le superan solo Panamá (3.41) y Ecuador (3.19).
El 40% de los bolivianos manifestó su confianza en las instituciones financieras de su país, mientras que el 22% no confía. Asimismo, el 42% de los encuestados calificó de manera positiva la imagen de los bancos privados y un 18%, por el contrario, tiene una percepción negativa.
Bolivia también se encuentra entre los tres países mejor puntuados (3.23 sobre 5.0), en cuanto a amplitud física del sistema financiero; es decir, la cantidad de agentes, cajeros y sucursales, que tienen las instituciones en el territorio. Por último, el 35% de los bolivianos califica de buena o muy buena la utilidad de las billeteras móviles.
Esta dimensión del IIF toma en consideración la infraestructura financiera, el conocimiento y la tenencia de productos de ahorro o seguro. Si bien el 30% de los bolivianos refirió que no realizó transacciones financieras presenciales, Bolivia se ubica como el segundo país con el mayor número de transacciones realizadas por persona al registrar un promedio de 2.63 transacciones, muy por encima de la media regional (1.81). Solo le supera Ecuador con 2.77 transacciones por persona.
De otro lado, el 87% de los bolivianos afirma conocer, al menos, un producto financiero formal. El promedio de productos financieros que conocen los bolivianos es de 6.11, por encima de la media regional (5.33). Los productos financieros más conocidos son: cuenta de ahorros o cuenta corriente (65%), préstamos (60%) y tarjeta de crédito (55%). Asimismo, el 83% de los bolivianos tiene, al menos, un producto financiero formal de ahorro o seguros. Si bien el 44% de bolivianos tiene una cuenta de ahorros o cuenta corriente, el 40% no tiene ningún producto financiero para el ahorro. No obstante, el 60% afirma tener un seguro de salud público.
Un dato interesante es que si bien el 37% de los bolivianos conoce sobre las billeteras móviles o una cuenta conectada al celular, solo el 15% del total de encuestados tiene esta aplicación financiera.
Respecto a los obstáculos para acceder al sistema financiero, el 54% de los bolivianos observa, al menos, una barrera para tener productos financieros y las principales razones son: no le alcanza, poca ganancia por ahorros y falta de interés.
En esta dimensión se analiza la información sobre las transacciones básicas, ingresos y ahorros. Bolivia tiene el más bajo nivel de la región en esta dimensión (20.7). Ello se refleja, además, en que sea el país con el menor promedio de la región en uso de medios de pago bancarizado: 0.80 operaciones por persona, por debajo de la media en los siete países (1.19). 64% de los bolivianos no utiliza medios bancarizados para pagar productos o servicios, 10 puntos por encima del promedio regional (54%).
Asimismo, el uso de efectivo es una práctica generalizada en Bolivia. Más de 95% de los habitantes usa cash para pagar sus compras de alimentos, productos del hogar y de uso personal. En la región, el 73% de los habitantes afirma no haber ahorrado durante el último año. En Bolivia, el 66% no ahorró. Del grupo de bolivianos que sí ahorro, el 19% lo hace a través de medios formales. El 48% de los bolivianos que ahorra guarda su dinero en una institución financiera y el 35% en su casa, en una alcancía o bajo el colchón.
Descargar reporte: Índice de Inclusión Financiera de Credicorp