Mediante el Informe anual 2021 del Banco Mundial: «De la crisis a la recuperación verde, resiliente e inclusiva» se conoce que durante el último año, la pandemia de COVID‑19 continuó afectando a los países de todo el mundo. Ha causado una crisis sanitaria y económica mundial sin precedentes en escala e impacto, con sistemas de salud sobrecargados, confinamientos generalizados, cierres de escuelas, interrupciones en el suministro de alimentos y pérdidas de ingresos que están afectando de manera desproporcionada a los pobres, las mujeres, los ancianos, los trabajadores informales y otros grupos vulnerables. La pandemia anuló décadas de avance en la reducción de la pobreza: se calcula que unos 100 millones de personas cayeron en la pobreza extrema en 2020. Muchos países también corren el riesgo de sobreendeudamiento como consecuencia de la lucha en respuesta a la crisis.
Mientras los países continúan lidiando con los impactos sanitarios, económicos y sociales de la pandemia, la respuesta integral del Grupo Banco Mundial (GBM) a la COVID‑19 —la más rápida y colosal de su historia— se orienta a salvar vidas, proteger a los pobres y vulnerables, y lograr un crecimiento sostenible y una mejor reconstrucción de las economías. Sus compromisos alcanzaron niveles históricos en el ejercicio de 2021; proporcionando USD 157 000 millones a través de mecanismos de financiamiento rápidos y flexibles para ayudar a los países a enfrentar la crisis de la COVID‑19 y abordar sus necesidades de desarrollo más apremiantes. Esto incluye apoyo a los países afectados por la fragilidad, los conflictos y la violencia (FCV), donde millones de personas se enfrentan a la pobreza extrema, la inseguridad alimentaria y niveles sin precedentes de desplazamiento forzado.
Asimismo, el Banco Mundial está vinculando soluciones a corto y largo plazo para trabajar en pos de la recuperación, ayudando a los países a integrar el clima y el desarrollo, invertir en infraestructura resiliente, impulsar el capital humano, mitigar el riesgo de desastres y mejorar la protección social, de modo que, una vez superada la pandemia, puedan lograr un crecimiento duradero sin degradar el medio ambiente ni agravar la desigualdad.
Teniendo en cuenta que la pobreza, el cambio climático y la desigualdad son los problemas que definen esta era, se siguen adoptando medidas amplias y rápidas con una renovada determinación. En asociación con los Gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y otras instituciones multilaterales —y respaldados por la combinación única de financiamiento del Banco Mundial, actividades relativas a conocimientos y experiencia—, el compromiso del Banco Mundial es ayudar a los países a superar la crisis de la COVID‑19 y mirar hacia adelante, buscando una recuperación verde, resiliente e inclusiva.
Mediante el Plan de Acción sobre el Cambio Climático 2021- 2025 del Grupo Banco Mundial se intensificarán los esfuerzos dirigidos a ayudar a los países a integrar plenamente el clima y el desarrollo, maximizar el impacto del financiamiento de iniciativas relacionadas con el clima y promover la adaptación y mitigación climáticas.
Durante el primer año de la pandemia, la región más afectada por la COVID‑19 fue la de América Latina y el Caribe, donde se produjo una drástica desaceleración de la actividad económica y se registraron profundos impactos en la salud y el capital humano, tras muchos años de lento crecimiento y progreso limitado en los indicadores sociales. El producto interno bruto (PIB) de la región se contrajo un 6,5 % en 2020, y se prevé que repuntará un 5,2 % en 2021.
En muchos países de la región, se ha registrado un notable aumento de la pobreza, aunque las medidas de emergencia han ayudado a mitigar los impactos. Si bien la proporción de hogares que viven en la pobreza se redujo levemente en 2020 —a un nivel de 21,9 %—, el porcentaje de personas vulnerables aumentó de un 36,9 % de la población en 2019 a un 38,5 % en 2020. La crisis de la COVID‑19 tendrá repercusiones a largo plazo sobre la región: la disminución en los niveles de aprendizaje y empleo probablemente reduzca los ingresos futuros, en tanto que los elevados niveles de endeudamiento podrían presionar al sector financiero y ralentizar la recuperación.