Ronald Orozco trabajaba en una librería de la familia (Mar@tel), cuando hace tres años, ayudó a un niño con la tarea que les había encargado la maestra: hacer adornos con material reciclado. Ronald no tenía ningún conocimiento de las técnicas, pero decidió consultar en Internet y poner alas a su creatividad. Fue así como surgieron sus primeros adornos de escritorio. Al día siguiente, volvió el mismo niño con otro compañero y la misma demanda. Unos días después, la librería estaba llena de estudiantes. Al final, llegó la misma maestra, pero no a reclamar por haber ayudado a los estudiantes en sus tareas, sino que también quería aprender la técnica y enseñar ella a sus estudiantes en el colegio.
La demanda creció tanto, que el propietario terminó poniendo sus creaciones a la venta en su librería y en otras de Quillacollo, donde vive. Después, las pasó a librerías de Cochabamba. Cuenta que, actualmente, deja sus obras en más de 350 librerías de la ciudad, además de otros departamentos, como Oruro y Potosí. Así fueron surgiendo de su creatividad barcos de escritorio, una Torre Eiffel, floreros en forma de espiral, portalapiceros de todas las variedades posibles, fruteros, papeleros… Ronald dice que tiene más de 120 modelos de trabajo, de los que eligen las librerías.
Con toda esa demanda, tuvo que dejar parte de sus obligaciones en la librería y pensar en su propia microempresa, a la que llamó Ma-De-Lib (Material de Librería), aunque todavía no está formalmente establecida, pues pese a todo, maneja capitales mínimos, y se trata casi de una empresa unipersonal.
Por ello, el siguiente paso fue capacitar a más gente, de tal modo que, actualmente, trabaja con muchas personas en el sistema a destajo, es decir, enseña a los jóvenes, les provee de instrumentos y material, y ellos hacen los trabajos en sus casas en los ratos que tengan tiempo. Se les paga por trabajo concluido y de acuerdo a la complejidad de la obra. Por ejemplo, el barco de esta imagen, le tomó a Ronald cinco días de trabajo; él entrega a 150 bolivianos a las librerías, que lo ofrece en 200 y hasta en 250. Un portalapiceros le toma tres horas de trabajo. Por ello, se deja a 15 bolivianos, y ésta la vende 25 o 30 bolivianos.
Sin embargo, muchos de los aprendices pronto alzaron vuelo. Según cuenta Ronald, actualmente en la ciudad de Cochabamba hay cuatro personas que hacen estos trabajos acomodándolos en librerías, pero tres de ellas fueron sus pupilos. Sin embargo, el emprendedor no lo ve como una competencia. Según él, mientras siga existiendo la conciencia del reciclaje que se ha puesto tan en boga y mientras los colegios sigan incentivando con estas tareas, la demanda persistirá, y su trabajo seguirá en pie.
Por ello, también hace trabajos en otros materiales reciclables, como bolsitas de yogur, cartones y otros, de acuerdo a la demanda de sus clientes.
Para quienes deseen adquirir estos productos pueden comunicarse al teléfono 70712040 o en librería Mar@tel.
El trabajo incentiva el reciclaje de periódicos viejos»
Ronald Orozco explica que cuenta con más de 100 versiones de sus creaciones, y su siguiente desafío es elaborar un álbum.