Esas bolsitas de juguitos escolares, yogur, detergentes y otros que a veces amenazan con inundar de plásticos las calles y que, cuando hay viento, hasta se nos pegan en la cara, podrían tener un mejor destino. Eloy Aquino las acopia, las tritura, las purifica, las funde en una máquina habilitada por él mismo y las transforma en mangueras para riego, a precios económicos y que perfectamente puede competir en calidad con productos similares de grandes marcas.
Con esta idea y este proyecto al que denominó «El veneno que da vida», Eloy Aquino acaba de proclamarse ganador cochabambino del concurso EmprendeIdeas de Soboce versión 2014, y se abre paso a un futuro promisorio con su nueva microempresa, además de presentarse como una gran propuesta ambiental.
Y en realidad, la idea no es nueva, pero es la primera vez que se presenta un proyecto de ese tipo a nivel de microempresa familiar.
El emprendedor boliviano cuenta que durante más de 25 años trabajó en fábricas de plástico y vio cómo grandes y conocidas firmas especulaban añadiendo residuos de plástico reciclado en los productos para abaratar costos, pero vendían el producto final como si todo él hubiese sido elaborado con plástico virgen. Y el precio se mantenía inalterable.
Entonces, dejó de trabajar en fábricas, compró una máquina vieja, una extrusora casi destartalada a la que le faltaban varias piezas. Sacó un crédito, buscó repuestos, arregló, improvisó y logró que la máquina funcionara. Todo esto, le costó cerca de 13 mil dólares, pero con todas las demás máquinas del pequeño taller, la inversión bien puede haber llegado a los 20 mil dólares, pero lo logró, y además consiguió elaborar una calidad de mangueras para riego que, según dice, son perfectamente competitivas en el mercado, en calidad y precio.
Con respecto a la calidad, explica Aquino, sus mangueras, de media, tres cuartos y una pulgada (medidas estándares) pueden resistir la media internacional de presión de 100 metros de caída de columna de agua.
Vende a 270 bolivianos el rollo de 100 metros de tuberías de una pulgada de diámetro, cuando esta misma longitud es vendida actualmente por las grandes empresas a 500.
No hay dónde perderse. Quizá por ello, hasta la fecha no necesitó llevar sus productos al mercado. Los interesados, que ya se enteraron, compraron y comprobaron, lo buscan a domicilio, hacen sus reservas y reclaman el producto para sus proyectos de riego. “Me faltan manos, me falta maquinaria, me falta espacio”, reconoce el emprendedor, quien de esta manera ilustra la enorme demanda que tiene su producto.
Habiendo comenzado recién hace un año y considerando que su proyecto fue distinguido recién hace una semana, los asuntos legales, registro de marca, impuestos y otros, se encuentran en trámite con el asesoramiento comprometido por EmprendeIdeas, pero lo logrado por ahora es plausible. El futuro está en sus manos.