Tarija es conocido por ser el departamento que genera más recursos por los hidrocarburos. Sin embargo, esta región del sur de Bolivia busca que la producción vitivinícola mueva tantos capitales como el gas y el petróleo para ser modelo de desarrollo en Bolivia. Los tarijeños están conscientes de que estos recursos no renovables se acabarán algún día, pero el consumo del vino nunca.
En un recorrido hecho por la denominada «Ruta del vino», el director del Centro Vitivinícola Tarija (Cevita), Víctor Barrientos, informó que en 2013 este rubro movió 107 millones de dólares, mientras que el turismo relacionado a la producción de uva, vino y singani generó cerca de 100 millones de bolivianos. El 2009 el ingreso en este sector fue de 29 millones de dólares.
Dijo que esto se debe, en gran parte, a que la mayor cantidad de hectáreas de uva del país se encuentran en Tarija, así como las bodegas industriales más importantes.
De las más de 3 mil hectáreas de uva que hay en Bolivia, Tarija tiene aproximadamente 2 mil”, dijo Barrientos.
Ese departamento produce 28 mil toneladas de uva anuales, la mitad se destina a la producción de vino y singani. El resto se distribuye para el consumo.
Aproximadamente 2 mil productores bolivianos se dedican a este rubro, que genera unos 10 mil empleos indirectos. El 90 por ciento produce uva de la variedad Moscatel de Alejandría.
La mayoría de los productores tiene entre una y cinco hectáreas, por lo que venden su producción a las grandes bodegas. La cualidad más importante de esta vid es que se produce a 1.900 metros sobre el nivel del mar, lo que hace que sea el vino producido a más altura.
Según Barrientos, cada año se producen más de 8 millones de botellas de vino y 4 millones de botellas de singani. La mayoría se destina al mercado interno y un pequeño porcentaje a la exportación, especialmente de singani.
A pesar del crecimiento de los últimos años en la producción y el consumo interno de vinos y singanis, el contrabando perjudica el desarrollo del rubro ya que la producción local satisface sólo el 60 por ciento de la demanda nacional, el resto son vinos de contrabando.
El mercado nacional de consumo, especialmente porque el singani sólo se produce en Bolivia, es de unos 20 millones de botellas y (las bodegas) debemos satisfacer la mitad de esta demanda. El resto es vino importado o de contrabando en su mayoría”, detalló el enólogo de la Bodega Casa Real, Nelson Sfarcich, que también produce el vino Campos de Solana.
Bolivia es susceptible al contrabando porque la producción es pequeña en comparación a la de Chile o Argentina, países desde los que se interna grandes cantidades de vino a bajo precio. Además, la falta de control fronterizo agrava el problema.
Según datos de la Asociación Nacional de Productores Vitivinícolas, las pérdidas por contrabando de uva llegan a 16 millones de dólares y por el ingreso de vinos y otros derivados a unos 24 millones de dólares.
Con el fin de ampliar la cantidad de hectáreas de cultivo, tanto la Alcaldía de Uriondo como la Gobernación de Tarija invertirán cerca de 200 millones de bolivianos en proyectos de riego para habilitar unas 7 mil hectáreas de cultivo, la mitad de ellas destinadas a la vid, explica Barrientos. El objetivo, afirma, es triplicar los ingresos.
Las bodegas privadas también prevén hacer grandes inversiones para ampliar su producción y así contribuir al crecimiento de la región y de Bolivia.
A pesar de que la exportación es mínima, varias bodegas tarijeñas trabajan en un proyecto conjunto para exportar vinos a la Unión Europea y EEUU.
Calidad hay, lo que falta es que seamos conocidos como país de tradición vitivinícola. Tenemos un estándar muy alto porque tenemos los viñedos más altos del mundo, lo que hace que nuestros vinos sean únicos”, señala la gerente de bodegas La Concepción, Claudia Morales.