“Comencé exportando” afirma Sandra Bayá, la gerente de Naturaleza S.A., empresa boliviana que nace en 1993 con el producto estrella, Frutté, la marca pionera del té de frutas, cuyo inigualable sabor fue descubierto por italianos y desde su nacimiento no ha dejado de crecer. En sus 22 años de vigencia la marca Frutté la ha llevado a incursionar en mercados internacionales como Italia, Alemania, Canadá, Estados Unidos, Rumania, Japón y países latinoamericanos como Colombia, Costa Rica, Perú y Argentina gracias a la innovación en las infusiones de frutas y/o hierbas naturales en sus diferentes líneas: Light, Gold, Funcional entre otras que apuestan al bienestar y la salud de las personas.
Pero no solo eso, la empresa agroindustrial se ha constituido líder en su rubro logrando romper hábitos e imponiendo un estilo innovador de hacer empresa, rescatando los saberes ancestrales para el desarrollo de productos naturales y de alta calidad.
En entrevista con Bolivia Emprende, la líder empresaria boliviana, Sandra Bayá narra su historia de éxito, sus experiencias y los desafíos que encaró en el proceso de emprender y la impulsaron a llegar lejos.
Frutté nace en 1993 allá en el valle alto de Tarata, Cochabamba por una necesidad que tienen los productores de fruta de dar un valor agregado a sus productos. Sandra era productora de fruta en la región y tenía 6 hectáreas de durazno pero la fuerte competencia y el bajo rendimiento la animaron a añadir un plus a sus productos; “el bajo precio no compensa el trabajo de un año y además que la fruta se debe vender rápido, no se puede guardar” señala Sandra.
Es así que la emprendedora boliviana decidió deshidratar sus duraznos, sin embargo el mercado ya estaba copado por duraznos deshidratados de Argentina y Chile con los que no podía competir, entonces Sandra empezó a pensar en otras alternativas para su producto.
Un día jugando en mi cocina, me preparé un mocochinchi pero quería tomarlo caliente y al probar me pareció fabulosa la infusión del durazno. Ahí empecé a procesar mi durazno para hacer una infusión rápida de 3 minutos para que quede un moconchinchi realmente rico” afirma Bayá, que a partir de ese incidente no ha dejado de probar y crear nuevos productos. “Ha sido un trabajo de 22 años”.
De la misma manera probó el proceso con otras frutas y las llamó té de frutas, infusión de frutas que no existía en el mercado de ese entonces. Posteriormente el nombre se simplificó a Frutté “para que la gente se dé cuenta de cómo se debería usar el producto, como té” señala.
El novedoso té de frutas, durante muchísimos años no tuvo competencia, de acuerdo a su creadora. “A medida que surgían las empresas que hacían té de frutas, se iban muriendo, pues no es una tarea fácil porque el capital de giro es muy grande para poder almacenar el producto”. De acuerdo a Bayá en dos meses que produces durazno tienes que almacenar para el año entero. “un proceso pesado más aún porque se hace con todas las frutas” afirma la emprendedora.
Hice Té de higo además de diferentes tipos de frutas. Muchas han funcionado y muchas no. Algunas que no funcionaron eran de algunas frutas que tenían mucha azúcar y no se podían procesar fácilmente.
No nací en el mercado nacional, curiosamente, sino que gracias a unos italianos que casualmente me descubrieron y con ellos empecé directamente a exportar. Les pareció increíble que hiciera un té de pura fruta y con esa calidad, porque la fruta boliviana tiene un sabor increíble, es de primera.
Hasta el día de hoy los italianos son uno de los clientes más importantes que tengo. Posteriormente se enteraron unos alemanes y vinieron para comprar el producto.
Hemos podido llevar Frutté a Canadá, Estados Unidos, Colombia, Costa Rica, que es uno de nuestros mercados más antiguos junto con Alemania, hemos estado en Rumania y Japón, Perú, Argentina.
Y después de años de exportar, recién comencé en el mercado nacional.
En un comienzo la gente no sabía si probar o no. Como anécdota, yo invité el producto a mis familiares y después de 3 meses vi que nadie había consumido. Hasta que yo lo preparé y recién se dieron cuenta del sabor.
El mercado local tiene una idiosincrasia resistente al cambio, más aún si se trata de la dieta.
Mi exmarido iba a las ferias zonales de Cochabamba y la gente extranjera probaba y compraba Frutté, después nos fuimos a las ferias internacionales y cuando la gente vio que el extranjero compraba, recién los demás compraban y probaban el producto. Así de a poquito fuimos entrando al mercado nacional.
Nos fuimos a las ferias de La Paz, y junto a los de la Asociación de Organizaciones de Productores Ecológicos de Bolivia (AOPEB) también participamos en otro tipo de ferias y así de a poco hemos ido labrando en las costumbres de la gente.
Ahora es diferente, la gente es más abierta a probar cosas nuevas, pero cuando empezamos no fue así, era muy difícil. Recuerdo que en las primeras ferias poníamos letreros de “Té con duraznos sin fumigar” y la gente nos decía “¿por qué no fumigas?” Y nos miraban como si fueramos locos. No había ningún tipo de conciencia de que la fumigación del producto no es saludable. Por suerte ha cambiado la forma de pensar y ahora es diferente.
Para la empresa, Frutté ha sido “sui generis” porque el producto era innovador y a partir de allí comenzamos a hacer una empresa familiar con una filosofía de vida que era no fumigar los duraznos, en otras palabras producíamos duraznos orgánicos, pero en ese entonces nadie lo llamaba así. Así como nosotros habían muchos productores que no fumigaban. En ese entonces nos enteramos de que había una Asociación de Organizaciones de Productores Ecológicos de Bolivia (AOPEB) y nos vinculamos con ellos porque compartíamos los mismos intereses, ellos al igual que nosotros buscábamos una producción saludable para el suelo, y beneficios tanto para el productor como para el consumidor, en sí para todo el ecosistema.
Entonces la empresa, no era una empresa común, pues tenía bases fundamentales y eso era muy interesante, así hemos podido captar más mercados internacionales.
Y al final hemos hecho un sistema de producción fomentando la producción orgánica, muy saludable.
En la cadena de producción tenemos alrededor de mil familias productoras. Tengo productores desde Guanay hasta Tarija que ahora producen en mayor cantidad porque tienen más confianza en la empresa.
Por ejemplo mis piñeros, la primera vez les compré 60 piñas, ahora les compro 600 toneladas de piña y así hemos crecido con los mismo productores. El impacto social que ha tenido Frutté en las familias es muy grande.
Mi equipo de investigación no es muy grande somos 2 personas, yo detecto la necesidad del mercado y la otra persona es una ingeniera química quién hace el desarrollo. Juntas analizamos y aprendemos. Ella es más operativa y hace las mezclas.
Estas últimas semanas fui a ver productores de majo, fruto de una palmera, fui a ver eso. Y cada vez que hay algo nuevo hago el contacto con el productor y voy a ver como ellos usan el producto, como van haciendo las cosas. En ese aspecto, nuestra cultura boliviana es muy rica pero lamentablemente se está perdiendo. Yo me adentro al conocimiento ancestral de los abuelitos, me interesa conocer cómo curaban con hierbas, como los kallawayas, aprender esas cosas me ayudan muchísimo y las valoro porque creo que es un aporte a nuestro bienestar. Así voy rescatando eso, aportando a la salud y voy dando opciones sanas a la gente.
Los desafíos se tienen a diario: Las situaciones de exportación, las normas italianas con la que empecé gracias a Dios me dieron una escuela rígida y de principios sólidos en cuanto a inocuidad de producto, cómo tiene que ser procesado, presentado cumpliendo normas internacionales muy exigentes. Después de ello no fue dificultoso llegar a Canadá, EE.UU. o Japón con normas igual de rígidas. Esos fueron mis desafíos adaptarme como pequeña emprendedora a las exigencias de industrias de punta.
Nuestra empresa es ECOSOCIAL, porque es ecológica y económicamente rentable, y social porque es un aporte a la sociedad. Es un granito de arena para el progreso de todos y la hemos llamado Naturaleza porque desde el productor hasta el consumidor, todos estamos involucrados en el ecosistema; en algo positivo.
Hemos aprendido a hacer país, esa es una lección que todos debemos aprender, debemos saber que hacer una empresa formal y con las cosas en orden no es fácil. Quiero que la gente sepa que se puede hacer Bolivia de una forma sana, es una forma de contribuir a Bolivia.
Hay mucha innovación en el mundo, y estoy involucrada en ligas mayores porque tengo que ser competitiva tanto en Italia, como en Estados Unidos y ahí sí hay competencias muy fuertes, y lo que hago es ir a ferias, identifico las necesidades del mercado. Trato de hacer mis productos funcionales si alguien no duerme invento un té para dormir, si alguien está muy nervioso invento un té para el estrés. No es que lo invente, nuestra naturaleza boliviana es tan rica que nos provee todo, solo se trata de creatividad, de ver más allá. Esos son los lineamientos de innovación, de creación para la empresa. Así estoy todo el tiempo viendo.
Admiro a la gente que cree en ella, como Gandhi, que ha dado su vida por sus ideales. Es loable, vivir bajo tus propias convicciones eso repercute en el mundo entero.
Es bueno creer en uno mismo y te vas dando cuenta que puedes llegar hasta donde uno se proponga, los vientos en contra son tan fuertes que muchos dicen aquí me quedo, pero si uno cree en sí mismo puede llegar hasta donde se proponga.
El consejo: sigue tus instintos, da rienda suelta a tu imaginación, y cree en ti, si es bueno y positivo para el resto.
Ya soy una persona mayor, tengo 50 años, lo digo porque soy abuela de 3 nietos. Soy divorciada hace 4 años y tengo 4 hijos. Vivo con mis dos hijos menores, los mayores ya se fueron.
Mi tiempo lo divido entre mi trabajo y mi familia, no hago mayor cosa, tengo muy poca vida social.
Me interesan cosas que a la gente comúnmente no le interesan. Me encanta viajar, viajo sola a donde sea y a mis hijos los vuelvo locos, pues les tocó una mamá muy diferente, pero de lo que se trata es de Vivir.
Para lograr un equilibrio, me dedico bastante a mi trabajo pero además trato de ser la mejor mamá del mundo. Me considero una persona muy inquieta, sedienta de conocimiento, pues tengo que vivir, tengo que palpar, tengo que conocer. A veces me cuesta caro, pero sigo adelante.
Historia de éxito realizada por Bolivia Emprende