El 82 por ciento de los alimentos que se consumen en Bolivia proviene de la agroindustria, mientras que la agricultura campesina familiar provee el restante 18 por ciento, según datos de la organización Productividad Biosfera y Medio Ambiente (Probioma).
Esto supone que mientras hace 40 años se consumía una variedad de 90 a 100 productos, actualmente la cifra se redujo a unos 30, la mayoría procesados. La cantidad de alimentos importados también se elevó, según datos de los últimos cinco años.
Entre las causas, están la migración, la falta de mecanización, de tecnificación del riego, las fluctuaciones del mercado muchas veces asociadas al contrabando y la falta de educación del consumidor, señalan los investigadores Carmen Ledo, de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), y Juan Carlos Alarcón, del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (Cipca).
Para explicar la fuerte incidencia de la agroindustria (concentrada en Santa Cruz) en la alimentación del país, el investigador de Probioma, Miguel Ángel Crespo, señala que no sólo provee de aceite sino también de derivados de la soya que se usan como alimento balanceado para pollos, cerdos y reses, que están entre las carnes de mayor consumo.
Respecto a la migración, el Censo de 2012 señala que el 67 por ciento de la población vive en las ciudades y 33 por ciento en el área rural.
Ledo afirma que la falta de seguridad en riego y mercados empuja a muchos jóvenes a migrar, ya sea a la ciudad o al exterior, dejando a sus padres a cargo de la actividad agrícola.
En muchos casos, dice, se trata de gente en edad de retiro que debe hacerle frente a una agricultura de subsistencia en condiciones precarias. Este panorama incide negativamente en la seguridad alimentaria.
Crespo hace notar que Santa Cruz, región agroindustrial, es el principal destino de la migración interna.
Ya no es rentable sembrar frutas u hortalizas. La coca es más rentable y, en el oriente, la soya. En Santa Cruz hay tierras”, afirma en alusión a las nuevas políticas derivadas de la Cumbre del Agro, en la que el Gobierno acordó con los productores cruceños modificar algunas leyes para ampliar la frontera agrícola.
Alarcón coincide con Ledo en que hay un “envejecimiento” del área rural porque los jóvenes migran, sobre todo en busca de formación. Pero según estudios de Cipca, no es que no quieran regresar a su tierra y a sus tareas agrícolas, sino que no existen las condiciones para hacerlo.
Quieren volver, pero quieren tecnificación, trabajo mecanizado”, señala.
En el caso de Cochabamba, los datos sobre la estructura productiva por regiones señalan que en el valle sólo el 12 por ciento corresponde a la actividad agropecuaria, en la zona andina el 19 por ciento, en el cono sur el 22 por ciento y en el trópico el 29 por ciento. En el área metropolitana, más del 80 por ciento de la actividad está orientada al sector servicios, según datos de la investigadora Carmen Ledo.
El titular de la Secretaría de Desarrollo Productivo de la Gobernación, Pedro Padilla, informó que entre 2010 y 2015 el área cultivada en el departamento llega a 266.182 hectáreas, frente a las 648.203 hectáreas “en descanso”.
No se está produciendo debido a la migración del campo a la ciudad, la gente se dedica al comercio, también por la migración externa”, señala.
La superficie de tierra apta para cultivo llega a 914.385 hectáreas. Sobre el área metropolitana, Padilla hace eco del reclamo constante de los pequeños productores al señalar que el crecimiento sostenido de la mancha urbana no deja espacio para tareas agrícolas.