“Mi abuelo decía que tenemos singani y vino en la sangre”, afirma orgulloso de su familia y de su actividad Luis Pablo Granier Castellanos, el tarijeño que gerenta a sus casi 35 años la empresa boliviana que produce el singani Casa Real y el vino Campos de Solana. Nació en Tarija, se mudó a La Paz y desde los 14 años ha vivido en Santa Cruz, donde obtuvo el bachillerato en el colegio Alemán. Un par de vasos con jugo de naranja, dos platos de arcoiris de frutas, unos huevos fritos con tostadas y un par de tazas de café acompañan el diálogo en Un Desayuno con… en La Terraza del hotel Los Tajibos.
Se formó durante cinco años como ingeniero industrial en la Universidad de Arkansas. Uno antes de su titulación, hizo una pasantía en la compañía Cooper Industries, dedicada a la producción de equipos de electricidad, desde alarmas hasta transformadores. “Como parte del programa de liderazgo en operación, fui desde supervisor del área de producción hasta miembro del departamento de ingeniería. La misma empresa me preguntó si quería aplicar para un cargo permanente y, por suerte, me salió la visa de trabajo. Empecé en el sur de EEUU, me mudé a Denver y terminé en New Yersey. Cuando iba por mi tercer año, me convocaron a trabajar en Tarija y volver a mi tierra es algo que me llamó siempre”, relata Granier, que en 2015 obtuvo un MBA en la Universidad de Navarra.
Es uno de los tres hijos de Luis Granier y de Cecilia Castellanos. Su hermana María Cecilia, de 30 años, se formó como administradora de empresas en Buenos Aires, y Nicolás, que es el menor (27 años), estudió ingeniería industrial enEEUU. Una firma de 263 empleados “El que fundó Casa Real fue mi abuelo, con mi padre y con mi tío, en 1976. Ahí nació la Sociedad Industrial del Valle (SAIV) con las marcas que son Casa Real y Campos de Solana. Ya veníamos de una tradición familiar, desde 1925, con el suegro de mi abuelo. Soy de la cuarta generación y siempre quise trabajar en el rubro familiar. Desde chico visitaba en mis vacaciones la bodega, el campo, los viñedos y escuchaba las siempre apasionantes historias de las vendimias”. Desde hace dos años gerenta Distribución y Mercadeo (D&M), que también es parte de SAIV, un negocio enfocado en bebidas alcohólicas premium.
Son 263 las personas que trabajan en el grupo empresarial, que cuenta con 170 hectáreas de viñedos, con bodegas y una destiladora. “El crecimiento nos ha exigido una estructura más esbelta. Antes habían gerentes generales en cada empresa. Hoy tenemos una estructura corporativa que maneja toda la gestión de una manera integral. Las cabezas son los directores de marketing, comercial, de desarrollo organizacional, de operaciones, administrativos y financieros”. Hace dos años y medio que vive en Santa Cruz, donde está la sede administrativa y comercial de su compañía.
El centro de la producción se sitúa en Tarija y cuenta con oficinas en los nueve departamentos. Su padre Luis Granier es el presidente de SAV y le presenta reportes cada mes, en tanto que se reúne con el directorio en cada trimestre. Con los gerentes se encuentra cada semana y una vez al mes evalúan resultados y proyectan los siguientes 30 días. Las nuevas inversiones de la empresa serán para ampliar la destilería de Casa Real y el próximo año inaugurarán la ampliación de la bodega en Tarija, lo que ayudará a reforzar el turismo.
Confianza, clave de su gestión ¿Y cuáles son las claves de su estilo gerencial? “Apuesto mucho a la confianza”, remarca. “Tiene que ser la moneda común. Confianza hacia los trabajadores, hacia los pares. Eso se genera cada día. Es de ida y de vuelta. Yo confío en mi gente y espero que mi gente confíe en mí. Además, mi padre me dice que siempre tengo que contratar a gente más inteligente que yo. Creo en las organizaciones que son horizontales y no verticales, en las que una persona toma las decisiones. Lo más importante son los recursos humanos” afirma el líder empresario.
Una de las premisas de su grupo es que la familia debe estar al servicio de la empresa boliviana y no la empresa al servicio de la familia. “Desde muy chicos nos dijeron que si queremos trabajar en la empresa tenemos que capacitarnos y sobresalir para llevarla adelante. Tenemos un objetivo común como hermanos y padres. Cuando esto está consensuado entre todos es más fácil llevar el día adía”.
El negocio vitivinícola genera alrededor de 150 millones de dólares por año y 14 millones de dólares en impuestos, según Granier.
“Hay 4.200 familias que viven de este rubro y con una hectárea de uva en Tarija se sale de la extrema pobreza. Generamos 30 veces más fuentes de trabajo que otras industrias alcohólicas, por toda la cadena de producción. No ha habido un mejor momento que este.
Las apuestas a la calidad que se han venido haciendo están dando sus frutos. El consumidor hoy aprecia su vino nacional y es momento de buscar mercados en el exterior”. Sin embargo, el mayor problema es la insuficiente producción de uvas. Por ejemplo, en Bolivia solo se cultivan 4.000 hectáreas, cuando en una zona como Mendoza, Argentina, cuentan con 200.000 hectáreas y cada año es visitada por 2 millones de turistas. En Chile hay empresas que por sí solas cuentan con 8.000 hectáreas. “El contrabando de vinos es muy grande y nos quita competitividad. El consumidor paga un precio menor y deja de consumir lo nuestro. En el caso del singani, lo suple con fernet o con ron.
Hay un mayor gravamen a la importación y el formal tuvo que subir los precios, lo que ha sido un incentivo mayor para el contrabandista. Estas medidas solo funcionan si hay fronteras resguardadas”. Su empresa exporta ahora vino Campos de Solana a Inglaterra y singani 63 a 20 ciudades de EEUU, gracias a la alianza con el director de cine Steven Soderbergh. Sobre la situación actual de la economía boliviana, opina que los indicadores se ven bien, pero existen riesgos de turbulencias si persiste el despilfarro de recursos estatales.
“Santa Cruz seguirá siendo el motor económico, por el agro y su economía diversificada. Tiene instituciones más sólidas que soportan el crecimiento”.
Luis Pablo Granier se levanta a las 7:30 y desayuna generalmente avena, huevos revueltos y café, de la mano de su padre que le gusta la cocina. Después se acompaña de hierba mate en su oficina.
En las tardes acude al gimnasio, los sábados practica deportes y en la noche sale a cenar. Los domingos los dedica a la familia y al cine. Sus vacaciones duran dos semanas y las pasa en el exterior en familia. A fin de año prevé viajar a Bariloche y sus gustos musicales se inclinan por el folclore tarijeño y el argentino. Sigue a Los Chalchaleros, a Jorge Cafrune y a los Cantores del Alba. Viaja cada tres semanas a Tarija y recorre las ciudades del país para mantener contactos permanentes con sus clientes y los mercados de sus productos.