Siete ONG, que asumieron como vocación el crédito para los microproyectos, se convirtieron “oficialmente”, hace un par de semanas, en instituciones financieras de desarrollo (IDF) y prácticamente se hallan en el umbral de constituirse en bancos pyme, inyectado a la cartera de créditos del país 3.539 millones de bolivianos, es decir unos 516 millones de dólares.
La cifra, según explicó la directora de la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI), Ivette Espinoza, durante la entrega de licencias, puede parecer pequeña si se considera que sólo representa el 3 por ciento de todo el sistema financiero, pero si se toma en cuenta el número de prestatarios, 25 por ciento, se entiende el protagonismo de estas instituciones, pues llegan a las personas de menores recursos del país.
El 71 por ciento de sus créditos va dirigido al sector productivo y, si se incluye a las tres restantes, con las que conforman Finrural, el 73 por ciento de los beneficiarios son mujeres.
Las siete nuevas IDF son: Centro de Investigaciones de Desarrollo Regional (Cidre); el Instituto para el Desarrollo de la Pequeña Unidad Productiva (Idepro), Crédito con Educación Rural (Crecer), Diaconía, el Fondo de Desarrollo Comunal (Fondeco), la Fundación Boliviana de Desarrollo (Fubode) y la Incubadora de Microempresas Productivas (Impro).
Estas siete entidades forman parte de las 10 que integran la Asociación de Instituciones Financieras de Desarrollo (Finrural). Las otras tres integrantes son Emprender, Pro Mujer y Sartawi, que tienen un año más para avanzar en sus trámites y consolidarse como IDF, de acuerdo con el Decreto 2055 de 2008 y la ley 393.
Las IFD se constituyen en entidades de intermediación financiera no bancaria y están organizadas como asociaciones o fundaciones civiles sin fines de lucro.
Trabajan principalmente en el área rural de Bolivia. Su fondeo o financiamiento se realiza a través de mecanismos de financiamiento reembolsable privado nacional e internacional y, hasta antes de recibir la licencia de la ASFI, no podían captar ahorros del público .
Sin embargo, desde 2009 a la fecha han experimentado un crecimiento de 51 por ciento en capital de créditos y 145 por ciento en cuanto a prestatarios.
Buena parte de su éxito se lo deben a su cercanía con el sector rural e innovaciones en préstamos. Cidre, por ejemplo, dio créditos aceptando como garantías, vacas y árboles. Impro se precia de haber facilitado créditos inferiores a los 12 mil dólares entre las personas más necesitadas. Crecer y otras entidades incluyeron en sus programas la garantía solidaria.
La licencia de funcionamiento otorgada recientemente por la ASFI convierte a estas siete ONG en IDF, es decir, cuentan con la autorización para otorgar créditos de acuerdo con los patrones establecidos por ley de las IDF, y recibir captaciones en ahorros del público, lo que les ayudará a bajar sus tasas de interés, acceder a cooperación extranjera e incluso su autosostenibilidad.
Además, pueden recibir ahorros del público, dar giros, servicios de depósitos a plazo fijo y otros, siempre que se realicen los trámites ante la ASFI para cada uno de estos servicios.
Estas IDF pueden seguir su trámite para constituirse en un Banco Pyme, pero las proyecciones en este caso son disparejas. Por ejemplo, mientras Cidre reporta 100 millones de dólares en cartera de créditos y calcula un año más de trámites para convertirse en el mayor accionista del futuro Banco de mi Tierra (BMT), Impro reporta una cartera de sólo un millón de dólares y declara no estar en capacidad de recibir ahorros del público. Su misión es otra: dar créditos a los sectores menos favorecidos.
Cidre tuvo una carrera meteórica. Comenzó hace 35 años como centro de investigación de temas sociales y económicos. Después pasó a otorgar créditos financieros para proyectos productos, sobre todo en el área rural. Hace una semana logró su licencia como IDF, y prevé que hasta septiembre de 2017 se habrá convertido en el mayor accionista del futuro Banco de Mi Tierra (BMT).
Con un capital de 100 millones de dólares en cartera, según explican dos de sus gerentes, Álvaro Moscoso y Julio Alem, Cidre se prepara para recibir aportes de ahorros de sus clientes. Con estos cambios, la entidad prevé tener mayor acceso a financiamiento externo, menores tasas de interés para los clientes y consolidar su autosostenimiento.
Cidre, además, fue innovadora en las garantías alternativas, sistema en que se otorgaron créditos poniendo como garantías vacas y árboles.
La entidad tiene presencia en 180 municipios del país a través de 30 agencias.
Idepro Desarrollo Empresarial atendió a más de 28 mil productores chicos y a micro y pequeñas empresas con cerca de 49.500 créditos otorgados por más de 216 mil dólares, según informa su gerente general, Hussein Abdelhalin.
Con recursos crediticios, capacitación y asistencia técnica atendió cadenas productivas a nivel nacional; como la de quinua, castaña, madera, confecciones y textiles, además de uvas, vinos y singanis.
El 45 por ciento de sus clientes pertenece al sector rural y el 44,8 por ciento son pequeños productores y micro o pequeñas empresas de producción.
Esta misma vocación ha permitido a Idepro diseñar y operar su línea de negocio Procadenas, ahora eje central de su estrategia institucional, permitiéndole una diferenciación en la industria microfinanciera y altos niveles de impacto en la productividad de sus clientes, y también reconocimientos y premios internacionales.
Diaconía cuenta con 25 años de vida y ofrece los servicios de créditos para vivienda, comercio y servicios, y agropecuarios, además prestar servicios de banca comunal, renta dignidad, giros y otros.
El jefe de la agencia regional Cochabamba, Wilson Mamani, resalta que tras haber conseguido la licencia, Diaconía podrá ser regulada por la ASFI, lo que además le permitirá a mediano plazo pasar a la siguiente etapa, captar ahorros y después constituirse en una entidad bancaria. Por lo pronto, aseguró, la entidad debe esperar la modificación de sus políticas como IFD.
El gerente Comercial de Diaconía, Clemente Siñani, indica que la entidad ingresa a esta nueva etapa con un capital de 40 millones de dólares y con al menos 58 agencias en todo el país. En Cochabamba, existen dos agencias: una en Cercado y la otra en Quillacollo, con un capital de un millón de dólares cada una.
Para Crecer, haber logrado la licencia es un trabajo de varios años en los que se han completado requisitos legales, de infraestructura, de tecnología, de capacitaciones, entre los más significativos, es una satisfacción, pero también un reto, según señala el presidente del directorio, Marco Lazo de la Vega.
“Ahora nos supone una serie de tareas y retos, como tener un sistema de información bastante completo que pueda proveer información a las autoridades de forma periódica, lo que significa que todas las actividades serán fiscalizadas y controladas, de forma específica, por la ASFI”, concluye.
Crecer ingresa a esta etapa con un capital de 33,9 millones de dólares y cuenta con 71 agencias en el país.
Crecer tiene una oferta variada de servicios financieros, creados y planificados en base a las necesidades reales de su clientela, bajo la tecnología de la banca comunal, un sistema crediticio de garantía solidaria, que permite el ahorro.
La Fundación Boliviana para el Desarrollo (Fubode) busca, a partir de esta licencia, poder habilitarse a corto plazo para la captación de ahorros. Después de ello, lograr operar como una entidad bancaria. Por el momento, otorga microcréditos para vivienda, productivos y banca comunal.
El gerente de Negocios, Franco Torrez, señala que con la obtención de la licencia la entidad podrá continuar con la ejecución de los objetivos que persigue como IFD, entre ellos mejorar la situación de vida de las personas a través de sus servicios financieros para créditos a microempresarios, como a pequeños productores agropecuarios de áreas rurales y periurbanas.
Para esta etapa, Fubode ingresa con un capital de más de 7 millones de dólares y cuenta con 21 agencias en siete departamentos (Santa Cruz, Tarija, Chuquisaca, Potosí, Oruro, La Paz y Cochabamba). Dentro el proceso de expansión, prevé abrir nuevas oficinas en Santa Cruz y Cochabamba.
Buscar financiamiento para otros programas en apoyo a personas de escasos recursos es una de las principales premisas que tiene, con la obtención de su nueva licencia, la Incubadora de Microempresas Productivas (Impro).
Según explica su gerente general, José Jimenez, Impro está dirigido a personas de escasos recursos y los créditos más altos que otorga la nueva IFD llegan a 12 mil dólares, por lo que aún no está con la capacidad de captar recursos de la población, pese a que la licencia legalmente ya se lo permite. La licencia, que le tomó un trámite de más de ocho años, le sirve para asegurar el empleo de sus trabajadores y seguir creciendo.
Jimenez explica que se Impro cuenta con 21 años de vida, ingresa a esta etapa con un capital aproximado de un millón de dólares, tiene tres oficinas en El Alto, Achacachi y en la ciudad de La Paz, a futuro pretenden expandirse hacia Oruro, Cochabamba, Potosí y Chuquisaca.
Para el Fondo de Desarrollo Comunal (Fondeco), el mayor beneficio obtenido con la licencia es lograr el respaldo del Estado, además de que a mediano plazo podrá contar con la posibilidad de hacer captaciones de recursos de la población al ofrecer servicios de ahorro, según explica el gerente de operaciones de Fondeco, Jorge Kinn.
A la fecha, Fondeco otorga créditos agropecuarios y microcréditos y ofrece servicios de banca comunal rural y suburbana, recepción y envío de giros y remesas, pago de servicios básicos y bonos que realiza el Estado, entre otros.
La entidad calcula que en un tiempo no mayor a los cuatro años pueda solicitar la licencia para ejercer como una entidad bancaria.
Fondeco cuenta con 21 años de vida. En esta etapa ingresa con un capital de 4 millones de dólares y tienen 14 agencias en todo el país.