Las estadísticas revelan que solo el 25% de las empresas bolivianas familiares dedicadas a la agropecuaria subsisten a la segunda generación. Este dato quita el sueño a los productores bolivianos, en especial a los medianos y grandes que han logrado constituir firmas, lo que ha generado que acudan a expertos en la búsqueda de una solución.
Somos amantes del campo y quisiéramos que nuestros hijos también sigan en el sector, para ello trajimos expertos de Argentina que puedan hablar con las familias de los productores”, dijo Hugo Lozano, presidente de la Asociación Boliviana de Grupos Regionales de Experimentación Agropecuaria (AB-CREA).
El productor señaló que están preocupados por las nuevas generaciones y la pérdida de interés en la agropecuaria. “La mayor parte de las unidades productivas en Bolivia son administradas por familia”, sostuvo.
El experto en empresas familiares, Carlos Horacio Peñafort, indicó que sumando generaciones Y y X hoy en el planeta son 6.000 millones de personas.
Es la generación que tomará las riendas de las empresas y los cargos políticos del mundo, entonces hay que comprenderla e incluirla, lejos de resistir esa mirada diferente”, precisó.
Luis Alfredo Peña, de la propiedad La Esperanza, dijo que su familia ya está en la cuarta generación y que lo más difícil es motivar a las nuevas generaciones.
Tenemos que respetar la visión de los hijos, a algunos solo les interesa ser gerentes o ejecutivos”.
Sostuvo que él vivió cinco años en el campo en la zona de Charagua soportando la intensa sequía en la zona, pero hoy no lo volvería a hacer, porque se trata de un trabajo muy sacrificado.
¿El desánimo en las nuevas generaciones se da por la queja constante?
Si llevás un mensaje de estrés, de preocupación, entonces es difícil que los hijos quieran seguir nuestros pasos. El mensaje era más distendido, no había tantas preocupaciones por el mercado”, afirmó Lozano.
Para Marcelo Antonio Torrent, director de Campo y Coaching, nadie se enamora de lo que no conoce y lo mejor que se puede hacer es generar las condiciones para que los hijos elijan.
El empresario Carlos Kempff, que entre sus actividades tiene una hacienda ganadera, dijo que no hay que desesperarse si los hijos no siguen el legado. Lo importante, señala, es lograr (dependiendo del tamaño de la empresa), obtener el mayor valor de su inversión mediante la administración y después venta, o mantener la empresa administrada en forma profesional y con protocolos familiares que permitan a los hijos y descendientes obtener los beneficios de las inversiones.
El escenario que plantea Alejandro Hurtado (25) es diferente. “Mi padre me dijo que estudiara arquitectura, pero a mí siempre me gustó el campo, por eso estudié agropecuaria”, afirmó el hijo del propietario de la firma El Cidral, Jorge Hurtado.
La familia contrató a Torrent para organizar la empresa familiar y se han planteado nuevos objetivos de desarrollo paera contribuir al crecimiento de Bolivia.
Mientras Emilio Colamarino, propietario de la Agropecuaria Rincón de Naicó, dijo que tuvo cuatro hijas que no se dedicaron al campo, pero sus yernos son jóvenes trabajadores que lo ayudan en sus actividades.
Marcelo Antonio Torrent – Director De Campo y Coaching
Marcelo Torrent visitó Santa Cruz para capacitar a miembros de empresas familiares agropecuarias, por lo que conoce de cerca la situación en Bolivia.
Es una actividad empresarial que, estando en manos de la familia, hay una intención de trascendencia. De toda la actividad empresarial del mundo, el 70% está en la familia y existe la intención de que perdure a las siguientes generaciones, pero cierran más por conflictos internos que por problemas económicos.
Lo principal es empezar a entender cuáles son las diferencias al interior de la familia. Está comprobado que la generación Y tiene compromisos, pero en áreas diferentes. Esto es parte de una realidad, la empresa que no está preparada para las nuevas generaciones dejará de existir en el mediano plazo.
Hay que permitir que los hijos lo vean como un desafío, un ‘sentirse parte de’ o un logro compartido. Esto para engancharlos, porque no viven para trabajar, sino que trabajan para vivir. Así, es importante incluir espacios y momentos de esparcimiento.
Todos compartimos necesidades, pero tenemos diferentes expectativas. Si yo asumo que lo que me gusta a mí le gusta a los demás me equivoco, entonces se debe hablar para conocer las expectativas. Hay muchos fracasos en las empresas en Bolivia porque la gente huye de una relación que no quiere seguir gestionando, es decir, deja a los jefes, no la firma.
Los jóvenes necesitan entender cuáles son las expectativas, la comunicación es importante.
Desde que nacen los hijos, pero el tema es de qué manera. Se deben desarrollar estímulos, llevarlos al campo desde pequeños para que puedan vivir qué es lo que se hace y tener una actividad familiar vinculada. Cuando tengan más edad, llegar a un nivel de información en la que no escuchen solo quejas, sino que sepan cuáles son los desafíos, pero también estar atentos a sus necesidades; es decir, qué quieren saber ellos de la empresa. Entonces, más que receta es actitud.