“Cuando sea grande quiero ser como mi papá, pero sin panza”, “Chicos, no puedo tener novio hasta los 30”, “En la casa de mis abuelos mando yo”. Probablemente nuestros lectores vieron éste y otros mensajes en las poleras impresas de algún niño en la calle, la escuela o en el parque, y de repente hasta compraron una para sus propios hijos.
Daniel Oswaldo Alconz reclama haber sido el primero en ponerlos al mercado cochabambino, y su idea fue un éxito, al punto de que muchas otras empresas de la competencia le copiaron la iniciativa y ahora hay muchas marcas en el mercado con los mismos mensajes en las prendas.
Quizá la historia comenzó hace 30 años, cuando su padre Oswaldo, creó la empresa Oswi Sport, una taller de ropa deportiva con el que mantuvo a su familia durante muchos años, sobreviviendo y hasta pasando malas épocas, según cuenta, debido a la invasión de la ropa usada, que en muchos casos puso a la familia al borde la quiebra. Ahora, en el rubro de gorras, por ejemplo, ya sólo se trabaja a pedido, con alguna empresa o institución que quiera regalar estas prendas con el logo de su institución.
Daniel Oswaldo, el hijo, también aprendió al arte y la técnica de la confección, tanto en el taller de su padre como en otros, hasta dominar el oficio. Ya joven y casado, asumió las riendas del taller de su padre. Recuerda que cuando nació su primer hijo, Antony, hace ocho años, tomó los pedazos sobrantes de las prendas grandes y confeccionó poleras pequeñitas para su primogénito. Además, le imprimió un grafiti: «El chico guapo de alado es mi papá».
Luego de eso, se le ocurrió poner a la venta algunos ejemplares similares en su tienda de la calle Sucre. Se vendieron como pan caliente, recuerda.
Así que la familia confeccionó más, recolectando nuevas frases del acervo popular y de Internet. Y tuvieron la misma suerte. La tienda, que estaba especializada en ropa deportiva para adultos, tenía tanta demanda del nuevo producto, que terminó transformándose en taller de ropa infantil con grafitis, al punto de que estas prendas ahora ocupan el 90 por ciento de todo el negocio familiar.
Al principio, Daniel quería esconder los grafitis, por miedo a que le copiaran la idea, pero eso era algo imposible, y ahora hay muchas empresas con los mismos mensajes. Incluso, recuerda Daniel, como anécdota, una vez se encontró en una feria en Santa Cruz a otra empresa que vendía otras poleras con grafitis, pero utilizando en sus volantes publicitarios la imagen de su hijo, Antony.
“Ya no se puede hacer nada contra todo eso, sólo queda ser creativos y seguir innovando”, comenta el joven propietario a tiempo de comentar que, con esta consigna, ya cuenta con un stock con más de 130 mensajes distintos.
Pese a la competencia, su empresa aún tiene buenas ventas, gracias a una buena administración e innovación.
En la parte administrativa y de ventas, le ayuda su esposa, Emmy, y todos, junto con la segunda hija, Abigail, integran una familia que pone todo su esfuerzo por sacar adelante la empresa.
Con una docena de máquinas de costura, corte y confección, van saliendo lentamente las prendas logrados en algodón peinado (de procedencia peruana) para convertirse en poleras de todos los colores y tamaños, y con mensajes que divierten a los padres.
Para otros pedidos y consultas, están los teléfonos 4326615 y 76426004.