El presente estudio fue realizado por el Banco Mundial a través del Laboratorio de Innovación de Género para América Latina y Caribe (LACGIL). En este informe se conocen puntos claves como:
La pandemia del COVID-19 está estableciendo nuevas dinámicas que podrían exacerbar las brechas de género existentes en la región. Las medidas de distanciamiento social han afectado a las actividades sociales y económicas, teniendo un impacto sobre la capacidad de generar ingresos en los hogares. La evidencia sobre epidemias anteriores sugiere que este tipo de crisis amenaza con revertir el progreso en materia de oportunidades económicas de las mujeres (de Paz et al. 2020).
Las mujeres tienen una alta participación laboral en las ocupaciones que requieren interacciones presenciales, como en el emprendimiento, cuidado personal y turismo, lo que hace menos factible el trabajar desde casa e incrementa la probabilidad de perder el empleo. Las mujeres tienen mayor probabilidad que los hombres de trabajar en el sector informal y en otras formas vulnerables de empleo. Las mujeres también tienden a realizar más trabajo doméstico no remunerado que los hombres (alrededor de 2,7 horas al día). Durante la pandemia, el trabajo de cuidados no remunerados ha aumentado debido a que los niños y niñas no están asistiendo a la escuela, a que los adultos mayores presentan mayores necesidades de cuidados, y a que los servicios de salud se han visto colapsados (Banco Mundial, 2020).
Sin respuestas de política oportunas y bien informadas, la crisis podría aumentar las brechas de género que persisten en la región, a pesar de los últimos 30 años de avances. En la región, por ejemplo, la participación en la fuerza laboral de las mujeres ha aumentado en las últimas tres décadas (de un 41% en 1990 a un 53% en 2019). Esto ha llevado a mejoras en los salarios de las mujeres y a una reducción de la pobreza, pero las brechas de género persisten en la región. Los hombres todavía participan de la fuerza laboral en proporciones más altas que las mujeres, y tienen una mayor probabilidad de tener empleos formales, de mejor calidad, y en sectores que tienen mejores salarios. Además, las mujeres, y particularmente las jóvenes, tienen mayor probabilidad de estar desempleadas (Banco Mundial, 2020).