Esta semana se publicó el «Reporte Mundial de la Felicidad 2013». Estos niveles fueron medidos a través de un estudio elaborado en base a 156 países y realizado cada dos años, por The Earth Institute, de la Universidad de Columbia, cuyo presidente es Jeffrey Sachs.
A través de este estudio cual se miden tres factores:
El estudio se realiza tras la aprobación, en julio del 2011, de una resolución de la Organización de Naciones Unidas, para que en cada país se pueda “medir la felicidad de su pueblo y ayudar a guiar el desarrollo de sus políticas públicas”.
Bolivia ocupa el puesto 50 dentro de un ranking que mide la felicidad entre 156 países del mundo. Este lugar hace que el país tenga el puesto 13 de 19 en Latinoamérica.
Los países latinoamericanos como Costa Rica(#12), Panamá(#15), México(#16) y Venezuela(#20), se encuentran en las primeras 20 posiciones de los países más felices del mundo.
América Latina es el tercer continente más feliz del mundo y siguiendo el orden que ocupan sus países en la lista aparece Brasil (#24); Chile (#28); Argentina (#29); Colombia (#35); Uruguay (#37); Suriname (#40); Guatemala (#47); y Ecuador (#49).
La región de América Latina y el Caribe fue la que alcanzó mayor crecimiento de felicidad dentro de los últimos años, en comparación con un positivo de 0.435, a diferencia de el Medio Oriente y el Norte de África, que se miró con una disminución del -0.647%.
Según las estadísticas, los países latinoamericanos explican la felicidad como el ambiente en el que se desarrollan y la libertad. Pero no todo es sonrisas dentro de nuestra región, ya que el llamado de corrupción y apoyo social fue parte del conteo y notablemente indicó una disminución de la proyección en nuestros países con un -0.58 y -0.20.
El Informe sobre la Felicidad Mundial revela que el país que se encuentra en primer lugar es Dinamarca, seguido por Noruega y Suiza, les siguen Holanda, Suecia, Canadá, Finlandia, Austria, Islandia y Australia.
“La felicidad, que es una aspiración de todo ser humano, también puede ser considerada como una medida del progreso social”, aclara Sachs en el informe.
Explica que para lograr este objetivo es necesario que se la mida “como una evaluación (¿Está contento con su vida en general?)” y “no como una emoción (¿Quedó satisfecho ayer?)”, pues de lo contrario podría “inadvertidamente disminuir la voluntad de la sociedad para luchar contra la pobreza”.